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El Ejército un empresario opaco

Rubén Aguilar. Foto: Especial

Rubén Aguilar. Foto: Especial

08 de Noviembre 2021

RUBÉN AGUILAR VALENZUELA

Por decisión del presidente López Obrador se crea un nuevo grupo empresarial cuyo dueño y administrador es el Ejército. Parte de los militares serán destinados a cuidar y administrar sus empresas. Por la vía de los hechos una parte del Ejército se convierte en sociedad anónima.

Las grandes obras de infraestructura creadas por este gobierno, con recursos de todas y todos los mexicanos, pasan a ser propiedad de una nueva empresa cuya totalidad de las acciones serán del Ejército.

Como nueva Sociedad Anónima (SA), el Ejército se hace dueño de los aeropuertos de Santa Lucía, Palenque, Tulum, Chetumal y también del Tren Maya. Hay que ver todavía si estas empresas serán rentables.

De no serlo, hay muchas dudas sobre la factibilidad financiera del Tren Maya, el Ejército será dueño de empresas deficitarias. De ser así ¿qué hará? ¿de dónde obtendrá los recursos, para pagar las pérdidas?

El presidente argumenta su decisión, que se inscribe en el proceso de militarización del país, como ocurre en otros gobiernos populistas, porque así estas obras no podrán ser privatizadas.

En versión del presidente si estos bienes se dejan “a Fonatur o a la Secretaría de Comunicaciones no aguantan ni la primera envestida” (privatizadora). Dice también que el Ejército es honrado y buen administrador.

En caso de que las empresas sean rentables, que está por verse, el 75 % de las ganancias irá a cubrir las pensiones del Ejército y el otro 25 % será para las pensiones de los trabajadores al servicio del Estado.

Otra interpretación a la decisión del presidente es que así quiere cubrir el manejo de su administración en estos grandes proyectos. El Ejército se ha negado a dar información de la obra que construye el aeropuerto de Santa Lucía.

Justifica su decisión en que es un tema de seguridad nacional. Es obvio que no lo es, pero de esta manera, en la tradicional opacidad del Ejército, bloquea la información que debería ser abierta y pública.

Con esta misma lógica podría negarse a proporcionar información de los costos reales del Tren Maya y de los otros aeropuertos. Son cientos de miles de millones de pesos. Lo obvio es que en estos casos será igual de opaco que Santa Lucía. La opacidad es sinónimo de corrupción.

La evidencia de los ejércitos de Centroamérica y Sudamérica que están metidos en negocios (Venezuela, Guatemala, Nicaragua…) deja en claro que: hay niveles de corrupción generalizada, pero sobre todo de los más altos mandos. ¿Por qué en México será diferente?

 

Twitter: @RubenAguilar