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"Acosadores a bordo"

Paola Aguirre Praga. Foto: Especial

Paola Aguirre Praga. Foto: Especial

14 de Octubre 2021

PAOLA AGUIRRE PRAGA

No es normal salir con miedo, no es normal transitar las calles con un gas pimienta o una llave picuda en la mano como método de defensa, no es normal ni sano estar alertas todo el tiempo.

No existen las ciudades con perspectiva de género, en muchos sitios las mujeres somos invisibles. Hombres y mujeres no tienen el mismo acceso a medios de transporte privado. En general, las mujeres poseen menos automóviles que los hombres, debido a que tienen menos poder adquisitivo.

El transporte tiene un rol central en el acceso de las mujeres a oportunidades y para garantizar los derechos fundamentales. Es urgente, entender que los espacios públicos deben reconstruirse, que el futuro no puede seguir siendo una amenaza, que las causas deben enunciarse y entender que las mujeres seguimos usando el transporte en una infraestructura que no alcanza: que tiene poco mantenimiento, que necesita que los salarios de choferes sean mayores, que son pocas las mujeres que conducen unidades, que las usuarias que denuncian son ignoradas y sus quejas no prosperan.

La investigación de Diana Infante con el libro “Acosadores a bordo”, representa el primer estudio en Saltillo que se enfoca en violencia de género en el transporte público de la ciudad y con su aporte, es de esperar que el sistema entienda por fin, los beneficios sociales y económicos de integrar las necesidades de las mujeres en la movilidad, que entienda que la exclusión no se aminora, que el problema es político, que las mujeres existimos y resistimos.

Cuando la conocí, una tarde de hace meses, nos comunicamos de inmediato con la mirada, porque sabíamos lo que significa ser víctimas de acoso. Y lo peor, sabíamos que no somos las únicas. 

Pero con su fuerza y su ánimo por visibilizar y acompañar a todas las que han sufrido un episodio violento, impulsó este gran proyecto que ahora es un libro que lleva en sus páginas la voz de muchas.

El acoso en el transporte atenta y recorta la libertad individual, llega a la intromisión al territorio más íntimo: nuestro cuerpo. Por eso, contar la historia de las violencias es duro, agotador. Diana, con su propio duelo, entró valiente al espacio de las víctimas en un terreno muchas veces en ruinas, otras veces en reconstrucción y escuchó a quienes sufrieron en silencio.

La encuesta «Violencia de género en el transporte público de Saltillo» incluida dentro del libro, confirma el temor de las mujeres al movilizarse en el espacio urbano de la capital. Nueve de cada 10 usuarias viven con miedo de ser acosadas o agredidas sexualmente, y esto afecta la manera en la que conducen su día a día.

Porque si algo se nos ha negado a nosotras las mujeres es el uso del espacio público, a ocupar sitios de movilidad, a ocupar territorios que los hombres tienen desde hace años, porque si se rechaza el amamantar en público, la manifestación del amor de las compañeras lesbianas, ¿cómo podemos imaginar un espacio en las rutas donde no seamos señaladas por llevar un short, un vestido, una blusa con escote y no estemos expuestas a ser violentadas?

Si viajar y recorrer las calles de la ciudad debiera ser una experiencia placentera, en nuestra ciudad esta acción nos convierte en potenciales víctimas de una nalgada, un rose en los pechos, una mirada lasciva que lo único en lo que te hace pensar es en llegar a tu para y bajar.

También implica llegar más tarde a la escuela o al trabajo, gastar más, porque no nos queda otra opción más que pagar un taxi, a precio triple del que se pagaría usando el camión.

Pero en un contexto, en el que el discurso de la acción feminista ha crecido en Coahuila, es necesario incluir la violencia sistemática del transporte, porque un viaje en autobús esta enraizado en la misoginia y el sexismo que termina con la revictimización y la impotencia de saber que no tiene acaso denunciar, que no vas a perder tu tiempo y mejor te resignas.

Está tan normalizado, que estas manifestaciones son ya parte de nuestras anécdotas. Incluso nos llegamos a sentir culpables de la agresión. Ojalá que el libro también nos rompa la burbuja y a quienes tienen el privilegio de tener un coche, ponerle gasolina y transitar en un espacio más seguro les genere empatía hacia quienes día a día, pero desde el camión se moviliza para trabajar, para ir a la escuela, para vivir, porque la causa es colectiva.

“Acosadores a bordo” es de trascendental lectura si queremos tomar conciencia y accionar para que los mecanismos de denuncia que ya existen sean eficientes, para que nadie quede impune, para que nadie tenga que pasar por procesos lastimosos, que estigmatizan y violentan.