Tras AMLO, lucha subterránea...

No creo en premoniciones, pero estoy convencido de las previsiones. La actual, necesaria, indispensable, es la seguridad del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, por el que fuimos más los que no votamos o no lo hicimos en su favor, pero que ahora y según las reglas admitidas en nuestra democracia, debemos aceptar y acatar su gobierno como él debería acatar nuestro mandato.

En razón de la paz, concordia y tranquilidad de la Nación, el mandatario debería aceptar reglas que, si demagógicamente le incomodan, son absolutamente imprescindibles, valga la redundante expresión.

Visto así, como vamos, resulta cómico que el señor cuente con una Guardia de Corps que, curioso, lo ha seguido desde sus tiempos de mandamás capitalino, hablamos de un grupillo entrenado
o amaestrado en Israel, país que con la antigua Yugoslavia capacitan los mejores guaruras del universo, los mejor entrenados del orbe.

Eso estaba bien mientras su ámbito era el Distrito Federal, pero resulta insuficiente cuando hablamos del país en su totalidad y de ciertas partes del exterior donde deberán acompañarlo y protegerlo.

Si además de cierto entrenamiento ofensivo y defensivo con armas o sin ellas, carecen del manejo de otros idiomas, se verán en problemas cuando acompañen a su jefe en giras internacionales.

Pero además deberían enseñarles reglas elementales para protección de personajes políticos, más allá de cachetear periodistas incómodos. Y darles armas, porque con discursos no van a impedir que algún loco atente contra el que ya, así es y punto, regirá los destinos del país los próximos seis años.

En un futuro imaginario y por la terquedad del personaje que está seguro que el pueblo bueno lo protege, en el caso de un accidente o incidente ya sea de salud o un atentado contra su persona, lo que esperemos que nunca suceda, debe el lector imaginar lo que pasará:

Ricardo Monreal, que está agazapado en espera de su oportunidad –nunca lo negó—en pleito a muerte con Claudia Sheinbaum, declaradamente la sucesora (al menos en su círculo íntimo), en tanto los juniors se entrenan para continuar la labor –suponen— patriótica de su padre; Porfirio ya está gagá, lo demuestra en su declaración reciente sobre el personaje místico, religioso de AMLO, así que no lo incluyamos; pero René Bejarano, Marcelo Ebrard y más, en lucha campal a muerte por el hueso de huesos.

Aunque no hayamos votado por él ni nos simpatice, cuidémoslo porque los otros son peores… creo.

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