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Enfoque

Foto: Especial

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24 de Diciembre 2019

Por: Eduardo J. De La Peña

Luisa María Alcalde, Secretaria del Trabajo, declaró la semana anterior que habrá monitoreo e inspecciones en las empresas para evitar que haya despidos en diciembre, pues dijo, es una práctica a la que recurren algunos patrones para evadir el pago de prestaciones, como el aguinaldo.

La funcionaria federal dice una gran mentira, pero su planteamiento nos lleva a una preocupante conclusión: la cuarta transformación está instaurando un régimen de terror en México para silenciar a toda voz que se les pueda oponer, y paralizar a cualquier actor o grupo político o social que pudiera interferir con sus proyectos.

Tan simple, el aguinaldo se debe pagar al trabajador en activo antes del 20 de diciembre, y si antes de esa fecha termina la relación se paga justo en ese momento, en un cálculo proporcional a los meses laborados. Más claro: un despido no exime de la obligación de pagar esa prestación.

Entonces, aunque en diciembre efectivamente hay una alta desocupación en el país, lo cual siempre ocurre y lo tiene bien medido el Seguro Social, las causas tienen que ver con la dinámica económica y el mercado, no es una trampa del patrón para ahorrarse un pago.

Es tan corta la capacidad de los funcionarios federales que bien pudieran atribuirse las declaraciones de la Secretaria del Trabajo a un desconocimiento de la realidad. Pero tan grande como la incapacidad de este gobierno es su grado de perversidad, por lo que pudiéramos estar ante una amenaza hacia los patrones, escondida en ese anuncio de monitoreo e inspecciones.

En poco más de doce meses de la actual administración se ha acumulado tal cantidad de desaciertos que además de un imparable deterioro de la economía nacional, hay un creciente malestar hacia el gobierno.

Es un grado de malestar y enfado que podría anticipar un escenario de choque y protesta, pero también se percibe en muchos sectores un

miedo auténtico al gobierno, por las represalias fiscales y penales que no dudan en tomar.

Personajes con liderazgo, solvencia moral y económica, que en el pasado no titubearon para alzar la voz e ir contra corriente, al analizar la situación actual, aún sin pregunta de por medio se apresuran a alzar las manos y admitir que nada harían para buscar un cambio pues ven al actual presidente y su equipo capaces de cualquier cosa.

No es lo que nos gustaría escribir, ni de lo que nadie quiere hablar en una época como la Navidad, pero es la realidad ante la que estamos. Sin embargo la ocasión es propicia para desear a todos lo mejor para estas fechas.

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