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China Popular, Taiwán y Pelosi pateando el avispero

Israel Navarro. Foto: Especial

Israel Navarro. Foto: Especial

02 de Agosto 2022

ISRAEL NAVARRO

Hay veces que la diplomacia se basa más en comunicar determinación, es decir, “por mis pistolas”, que por un fin útil. Este es el caso de las intenciones que tiene la presidenta de la Cámara de Diputados de Estados Unidos, Nancy Pelosi para visitar Taiwán, lo cual es patear el avispero en uno de los momentos más complicados en la relación China-Estados Unidos.

Vamos por partes: desde principios del siglo pasado China y Taiwán tienen una relación complicada porque hay dos regímenes establecidos, uno en la isla y otro en el continente, que comparten cultura, tradiciones y el idioma, pero que en lo político discrepan, pues Taiwán tiene procesos democráticos, pero China Popular no. Y además ambos dicen ser el gobierno legítimo de toda China.

A lo largo de décadas han coexistido en medio de tensiones militares y diplomáticas. Y aquí es donde Estados Unidos entra en la ecuación. Originalmente, Estados Unidos reconocía a Taiwán como la China legítima para no darle reconocimiento al régimen comunista de Mao Tse Tung, pero con la Guerra Fría y el reconocimiento de la ONU a la China Popular, Estados Unidos cambió su embajada de Taipéi a Beijing en 1979.

Desde entonces los chinos continentales han sido sumamente celosos de las acciones de reconocimiento o apoyo de Estados Unidos a favor de la china taiwanesa o inclusive actores políticos no alineados, como el Dalai Lama, que cada vez que hace gira de trabajo en Washington, los chinos populares mastican cemento del coraje.

Ahora, a doña Nancy se le ha ocurrido darse una vuelta a Taipéi. Seguramente no es para comprar una bonita televisión de alta definición, pero tampoco hay claridad en que pretende lograr, más allá de dar respaldo a Taiwán y molestar a los chinos populares. Pero además, hay una coyuntura adicional: tanto Joe Biden como su homólogo Xi Jin Ping enfrentarán próximamente procesos electorales. Biden tendrá la elección de medio término, mientras que Xi va por una ratificación del Congreso del Partido Comunista para ejercer un tercer mandato.

¿Qué implica esto? Que ambos tienen que demostrar pantalones. Biden tiene que demostrar que el Poder Ejecutivo a su cargo es quien lleva las relaciones internacionales, y además que, aunque hay separación de poderes, tiene influencia sobre la Presidenta del Congreso que, por cierto, es de su mismo partido. Xi tiene que demostrar que no le tiembla la mano ante una provocación diplomática para actuar en consecuencia. Y esa es la parte fea: hay veces que los actores políticos actúan más por el qué dirán que por la congruencia y la sensatez. Diría Juan Gabriel, “pero ¿qué necesidad?”

 

*Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael