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Asesinó a su hija, después se suicidó

Imagen especial

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31 de Julio 2017
A 11 años del homicidio, el dolor y la culpa la orillaron a arrojarse a un tren

POR MIROSLAVA ZAPATA

En el año 2000, Efraín y Bertha decidieron dejar Barroterán, el pueblo donde él ganaba una “miseria”, al trabajar como minero, y así migrar a Saltillo, donde lejos de encontrar una fortuna, encontraron la peor de las desgracias, pues cinco años después, al estar hundida en la depresión, sufrir crisis nerviosa y epilepsia, Bertha tomó un cuchillo y degolló a su hija Berenice de cuatro años, lo cual nunca superó y por ello 11 años después se mató al arrojarse a las vías del tren, hecho que ya había fallado en repetidas de ocasiones.

Se fueron de Barroterán con unas maletas que no sólo iban llenas de ropa, sino también de ilusiones, pues pensaban que al llegar a la capital de Coahuila, les iría muy bien y un día regresarían al pueblo que los vio nacer con regalos para toda su familia, los cuales vendrían en una camioneta nueva que comprarían tras haber laborado por horas.

Pero nada de eso fue así, pues al pueblo un día regresó solo Efraín Rosales, sin dinero, sin familia y llegó como se fue; a pie, pero esta vez sin ninguna pertenencia, no las quiso llevar con él, pues le hacían recordar la gran tristeza que tenía al saber que su única hija fue brutalmente asesinada por la mujer que le dio la vida y a la que él tanto amó por años.

“Recuerdo que llegaron en el 2000 a Saltillo, un año después que nosotros e hicieron un jacal en las calles Alfalfa y Granados de esta colonia: San Nicolás de los Berros, y ese mismo año, ella (mi hermana) se embarazó, y luego pasaron los nueve meses y nació Brenda Berenice, una linda niña que repentinamente despertaba los celos de Bertha”, dijo María.

Y es que Berenice era una niña rubia, con cabellera larga y de complexión delgada, era la adoración de su padre Efraín, quien al llegar a casa siempre le gritaba “chiquita, ya llegó papá”.

Berenice, al saberse amada, corría a recibir a su papá, quien no le importaba estar cansado de una larga jornada laboral, pues al verla la cargaba, abrazaba y llenaba de besos, pero eso no era de mucho agrado para Bertha, se sentía desplazada.

La mañana del 12 de mayo de 2004, cuando todo parecía un día normal, Efraín se levantó de la cama para ir a trabajar no sin antes decirle a Bertha que le dejaría el dinero para la comida de la semana,  apenas y eran 120 pesos.

A sus 26 años, a Bertha le dieron unas ganas inmensas de salir de casa e ir a una tienda cercana en la que habían unos minicasinos para probar suerte y hacerse de dinero, pues siempre se dijo frustrada por su situación económica.

Esa ocasión, la suerte no acompañó a Bertha y perdió todo el dinero con el que comerían ella, su esposo y su hija toda la semana, horas más tarde, Efraín llegó a su casa, supo lo ocurrido y discutió con Bertha.

Desesperado, salió de su casa, sintió que se asfixiaba al no saber qué iba a hacer para juntar dinero y comer.

Al ver que su esposo se había molestado, Bertha entró en cólera y tomó un cuchillo. cegada por los celos, llamó a su hija, la abrazó y la degolló.

La pequeña clamaba piedad, pero los celos de la madre y la crisis nerviosa en la que había entrado, la hicieron ignorar sus ruegos.

Fueron varias ocasiones que Bertha clavó el cuchillo en el cuerpo de su pequeña hija, a quien apenas hacía cuatro años le había dado la vida.

“Los vecinos escucharon los gritos, fueron a la casa, salió mi hermana y les dijo que un hombre había apuñalado a la  niña pero nadie le creyó, llegó la ambulancia, atendió a mi hermana y la trasladaron a un hospital, ahí ella confesó su crimen y tras eso fue ingresada al Cesame, donde intentó matarse en tres ocasiones durante su estancia de cinco años en el lugar”, dijo la hermana.

Al salir del centro de salud mental, fue ingresada al penal en donde la sentenciaron a cinco años de prisión pero por buena conducta la dejaron salir antes. Ahí, también intentó matarse en tres ocasiones.

Al salir del penal, Bertha ya recuperada se fue a vivir a su casa en donde esperó reencontrarse con Efraín, el cual ya no estaba ahí pues tenía ocho años de haberse regresado a Barroterán.

Pero sólo Efraín había dejado la colonia donde ocurrió el asesinato, pues todos los vecinos seguían ahí los cuales al ver a Bertha la hicieron volver a la locura, nunca dejaron de gritarle cuanta cosa se les venía en mente como “ahí viene la asesina”, “la loca”, “la hiena” y “La mala madre”.

Esto volvió a atormentar a Bertha y un día decidió escaparse del cuidado de sus hermanas y aventarse a las vías del tren lo cual no pudo concretar porque su hermana María la salvó, intento que ocurrió de nueva cuenta.

Pero dice el dicho, la tercera es la vencida, y en la tercera ocasión que intentó matarse, Bertha lo logró. Se aventó a las vías del tren cuando apenas este pasaba, el cual le arrancó una pierna y la arrastró por más de 100 metros, fue así que el 9 de septiembre se vistió de rojo de nueva cuenta para Bertha quien en vida nunca pudo perdonarse el haber asesinado su hija.

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