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16 de Mayo 2024

¡Al maestro!

Por Hugo Díaz Aguilera

Hoy por lógica tendremos que hacer un alto en esta columna con relación a la actividad proselitista de candidatos y candidatas para rendir un homenaje a todas aquellas personas que entre tantas profesiones en nuestra sociedad, eligieron la más noble y la más productiva, aquella que brinda mayores momentos de satisfacción pero que al mismo tiempo encierra un gran compromiso en un mundo como el que hoy nos toca enfrentar (independientemente de cuando lea usted esto).

Las líneas que hoy nos ocupan tienen que ser dirigidas a los maestros y maestras que dieron gran parte de su vida a formar a los nuevos ciudadanos, pero también a quienes hoy día tras día, llueve truene o relampaguee, hayan sido aprobadas o no las más recientes peticiones en materia de infraestructura para mejores condiciones de la escuela o las relacionadas con el ámbito de prestaciones laborales, están al pie del cañón formando a las nuevas generaciones.

Reparo al momento de escribir esto, ¿qué hubiera sido del mí de no haber tenido la oportunidad de compartir el aula con todas mis maestras y maestros?
Mencionarlos aquí sería demasiado temerario, porque pudiera omitir y ofender alguno de ellos que tanto me dieron. Cómo admiro a mis compañeros con los que he compartido aula en un proceso de superación profesional en aras de brindar un servicio de educación con calidad.

Mis respetos para quienes además de su labor como maestras y maestros, siendo cabezas de familia continúan en el proceso de mejora continua sin descuidar a la célula principal de la sociedad, especial mención hago de mis amigas y amigos de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad Autónoma de Coahuila, a los de la Universidad Pedagógica Nacional subsede Sabinas, a los del Tecnológico de la Región Carbonífera, son una chingonada de maestros.

No debemos perder el bosque por ver el árbol, existen en este gremio quienes le han fallado a México, le han fallado a sus alumnos, le han fallado a sus amigos, pero ellos no son más que todos los docentes juntos. No obstante la capacidad y preparación de los maestros, éstos no pueden prescindir de la ayuda de los padres de familia (en cualquier nivel) para el proceso de enseñanza aprendizaje de sus alumnos; la dupla de maestros-padres no debe de verse por separado, situación similar es como si a la limonada le quitáramos el azúcar y pensáramos que sigue siendo limonada. 

Sin duda alguna que ser maestro es un orgullo, pero ser maestro de Coahuila es otro boleto, porque el maestro coahuilense es consciente de las carencias que en el entorno prevalecen, el maestro de Coahuila sabe que tener un alumno con capacidades diferentes obligará a nuevas estrategias de aprendizaje que involucran mayor trabajo por igual salario, la maestra de Coahuila sabe que cuando en la escuela se hace una kermés o se acude a un desfile los padres de familia dicen que los maestros no queremos trabajar, y no obstante, el maestro coahuilense está en el aula trabajando.

Maestros y maestras sigamos sintiéndonos orgullosos de la tarea que nuestros antecesores nos han legado, vamos a heredarle a nuestros sucesores el mejor espíritu de trabajo y de lucha que un formador de la educación debe tener. No bajemos la guardia en busca de una educación de calidad, nuestra gran recompensa vendrá cuando en un futuro corto o lejano nos pongamos en las manos de quienes fueron nuestros alumnos.