El neocristero
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Desde una postura ultraderechista, el exgobernador Emilio González Márquez pretende influir en el voto católico a través de la narrativa del miedo y la conformación de una dictadura, encarnada en Morena, generadora de pobreza y pérdida de las libertades.
Con esa estructura discursiva, forma parte de las cabezas que coordinan en la zona del bajío la alianza Fuerza y Corazón por México. Sus expresiones y fraseos recientes tocan los linderos de su pasado sinarquista y de las raíces de un panismo católico conservador. En esta tesitura se convierte en el personaje conspicuo para generar a un grupo de simpatizantes con tintes “neocristeros”, dispuestos a librar una batalla como la de 1926.
Su filiación al Yunque, y sus posturas tendientes al radicalismo de la derecha, grupo al que pertenecía cuando inició su militancia en el extinto Partido Demócrata Mexicano, del que fue presidente nacional interino en 1988 se mantienen activas en su ideario y, en estos tiempos, de polarización abonan al viejo choque de conservadores contra liberales.
El Yunque es desde los años 50 un grupo católico que orbita cerca de la Iglesia Católica, con movimientos de clandestinidad y conservador. Se opone al estado laico y a los grupos liberales, está en contra del aborto, promueven educación religiosa y rechaza el ejercicio libre de la sexualidad. En su esencia actúan con un espíritu de cruzada y van en contra de los enemigos de la fe.
Al menos tres expresidentes nacionales del PAN provienen de las filas de ese grupo, si no directamente si como allegados y entre ellos están: Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino, ahora funcionario morenista y César Nava; así como José Luis Luege, en la Ciudad de México. Y de los exgobernadores están en esa lista, Manuel Oliva, Juan Carlos Romero Hicks y el propio González Márquez. Todos ellos personajes bien relacionados en las élites profesionales, empresarios y que muchos derivan en políticos y el PAN es el mejor asidero para esta corriente ideológica.
La cercanía del PAN con sectores católicos ha sido un proceso muy natural. En la primera etapa de formación del partido blanquiazul, la mayoría de los militantes provenían de un movimiento llamado Acción Católica, el objetivo era cohesionar a la sociedad con decisiones de la Iglesia. Quien era la cabeza visible de este movimiento fue Efraín González Luna, fundador del PAN. También cercano a uno de los líderes del movimiento cristero. Posteriormente a través del sinarquismo nacido en el bajío se generaron las condiciones para arraigar la ultraderecha. Misma a la que pertenece González Márquez y de la que está convencido de resurgir movimientos radicales de este corte dispuestos a la lucha más allá de las urnas con el pretexto de confrontar a Morena por representar una dictadura sin contrapesos.
“Morena busca conformar una dictadura y no nos engañemos, esto es ya una realidad”, agita el panista desde su trinchera en tierras tapatías.
González Márquez está en el ala radical del proceso electoral. El bajío es la región más propicia para encender la pradera por ser cuna de los movimientos ultraderechistas, y el exgobernador está dispuesto a prender la mecha.