Para el alcalde saltillense Isidro López Villarreal, gobernar es cosa de ocurrencias y lamentablemente tiene muchas.
La simpleza y bobería del edil panista supera a la del ex alcalde monclovense Salvador Martínez, que llegó a pernoctar en las oficinas de la Presidencia Municipal, por razones inverosímiles.
Isidro sueña con ser Gobernador y despachar en el Palacio Rosa, al que seguramente le pondría una gran chimenea para imaginar que es el hombre más poderoso del Grupo Industrial Saltillo.
Como gobernadora Hilda Flores, seguramente convertiría a las oficinas del gobierno estatal en el Castillo de las selfies, con ella como protagonista principal.
Armando Guadiana, quitaría los históricos murales para instalar gigantescos carteles taurinos y usaría el balcón gubernamental para cantar karaoke.
Gobernar no es una mera cuestión de ocurrencias, de corazonadas, o de estados de ánimo, es una responsabilidad social y política.
El alcalde de Torreón, Miguel Ángel Riquelme es el mejor ejemplo de que el trabajo con responsabilidad rinde frutos.
Hoy en día, los indicadores sociales señalan a Torreón como una ciudad segura, que atrae importantes fuentes de empleo, como la que hoy se anuncia y con una población interesada en el bien común.
Riquelme no juega a ser alcalde, ejerce su autoridad y liderazgo en favor de sus conciudadanos, a los que rinde resultados.
Miguel Ángel no es ocurrente, es eficiente y eso seguro debe replicarse a nivel estatal.