Tienden feminicidas a dejar vestigios de su acoso, señalan especialistas

VÍCTOR BARRÓN

Identificado como un acto de odio contra la mujer, el feminicidio es un crimen cuyo autor suele dejar rastros de su acoso hacia la víctima que van más allá de la amenaza y se materializan en abuso y coacción; entorno en el que se observa un detonante principal en el agresor como es la intolerancia a la frustración, según advirtió la psicóloga y doctorante en Ciencias Conductuales, Ana Lilia González Rodríguez. 

Esos vestigios se observan cuando la mujer violentada, por ejemplo, externa que la conducta de algún compañero de trabajo le genera angustia, crisis de pánico o miedo, derivado a una situación de acoso. 

Los rasgos psicológicos del feminicida por lo regular están relacionados con un trastorno de personalidad narcisista y trastorno antisocial de la personalidad, tienen antecedentes de violencia dentro y fuera de su entorno familiar, lo que a su vez los envuelve en una conducta violenta, delinquiendo y asesinando sin mostrar compasión ni remordimiento por sus actos. 

“Desprecian a la mujer y la culpan de todos sus problemas psicológicos, entonces, el feminicida puede ser un hombre seguro, dependiente, celoso, dominante, controlador”, explicó. 

Lo anterior, en caso que la parte agresora sea un varón, ya que también se presentan casos donde una mujer le quita la vida a otra mujer y el perfil psicológico es idéntico al descrito con anterioridad. 

“Si una persona, en su seno familiar no le enseñaron a tolerar la frustración y le dieron todo como sociedad y fueron muy permisivos (…) se desarrolla una personalidad sociópata”, puntualizó.