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“Por ir a votar, me violaron a mis hijas”

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10 de Agosto 2017
Cristina dejó a sus dos pequeñas al cuidado de su sobrino quien aprovechó su ausencia para abusar de ellas

POR MIROSLAVA ZAPATA

Apenas tenían cinco y siete años de edad, y la inocencia ya la habían perdido, pues al estar bajo el cuidado de su primo de 15, fueron ultrajadas por éste.

Eran las 09:00 horas del domingo 18 de octubre de 2009, en Coahuila se elegirían a los alcaldes de los 38 municipios para el periodo 2010-2013 y la hermana de Cristina fue por ella a su casa para ir junta a cumplir con su deber ciudadano y emitir su voto.

Cristina relata que como sus hijas no estaban listas, decidió dejarlas al cuidado de su primo sin imaginarse la atrocidad que estaba a punto de suceder.

La madre de las dos pequeñas y su hermana salieron de su casa ubicada en la colonia La Florida, en Saltillo, rumbo a la casilla de votación, ella pensó que por ser temprano no habría fila y volvería pronto a su domicilio, pero no fue así, en el lugar se presentaron imprevistos, como los que ocurren en cada elección y eso demoró a las mujeres.

Al volver a casa, Cristina notó tristes, serias y calladas a su hijas y las cuestionó pero ninguna de las pequeñas dijo una sola palabra.

Fue hasta la noche siguiente, cuando la madre de las dos menores iba a bañarla y en ese momento se dio cuenta de que algo andaba mal, las partes íntimas de ambas niñas estaban enrojecidas y un poco hinchadas.

“Recuerdo que al ver los genitales de mis hijas, de inmediato las tomé de la mano y las cuestioné, la menor sólo me dijo que no me podía decir nada, pues de hacerlo ella y su hermanita morirían, al escuchar esto presentí lo peor así que insistí con la más grande, quien terminó por confesarme que su primo las había violado”, dice Cristina, se quiebra y pide un minuto.

A la mañana siguiente, relata, la madre de las menores se presentó a la Procuraduría General de Justicia a denunciar los hechos y sin importarle que ese “miserable”, -como ella lo llama- llevara su sangre y le pidió al agente investigador que dejara caer todo el peso de la ley en contra de su sobrino y así éste pagara por su aberrante acción.

“En ese entonces yo no tenía pareja, el padre de las niñas y yo habíamos terminado, tuve que enfrentar todo esto sola, el llevar a las niñas a las terapias, fue una pesadilla, pues en una sesión me quebré como nunca pensé que lo haría, ese día escuché a mis hijas narrar los hechos, y luego vi cómo tomaban una muñeca para mostrar lo que a ellas les habían hecho”, Cristina enmudece tras narrar lo anterior y el silencio se apodera de la sala.

Tras una serie de requisitos, cuestionarios y terapias, Cristina por fin vio la luz, pues cuatro meses después del abuso sexual, su sobrino fue aprehendido, mismo que al estar en poder de las autoridades confesó su repugnante acto.

El menor de 15 años fue sentenciado a la pena máxima para menores, que en aquel entonces era de cinco años, condena que para Cristina fue irrisoria, pues siempre ha considerado que su sobrino merecía cadena perpetua.

Asegura que hubiera dado todo para que sus hijas, que ahora tienen 13 y 15 años, no hubieran vivido esa experiencia y aunque el responsable pasó cinco años en prisión, eso para ella no fue suficiente pues aun guarda un gran dolor y coraje.

“Ahora mis hijas me dicen que no quieren fiesta de 15 años, dicen que no se lo merecen a pesar de que ellas no tuvieron culpa de nada y eso a mi me va quebrando cada día más pues sé que aún no han olvidado lo que sufrieron a manos de su primo”, comenta.

El compartir esta historia, para Cristina ha sido una de las cosas más difíciles en su vida, pero lo hace, dice, para buscar concientizar a las madres y que tengan cuidado con quién dejan a sus hijos, pues asegura que el diablo, en donde quiera anda.