NORMA RAMÍREZ
Somos seres humanos, sentimos y corre sangre por nuestras venas solo no soy de su país, expresó Mirtha Judith Palacios, de origen hondureño, quien dio a conocer que ser migrante no es una opción es una necesidad de estar a salvo y aun así pasan por mucho sufrimiento en la búsqueda del sueño americano.
Narró, que tienen un año en México y que había logrado un permiso de Migración para su estancia legal en el país, pero hace seis meses, a ella y a su hija las raptaron y despojaron de sus pertenencias y papelería; lograron escapar, lo que la orilló a cruzar el río para poner a salvo a su hija con las autoridades norteamericanas.
En Honduras su menor hija estuvo en peligro de ser violada por transgresores de la ley, cuando se puso la denuncia y se dieron cuenta las amenazaron teniendo que salir el mismo día dejando atrás todas sus pertenencias.
El no contar con la documentación que acredite el permiso temporal hace que su estancia sea un verdadero suplicio, dijo que llegó a México hace un año pero en esta frontera tienen seis meses. A su llegada señala que fue secuestrada en una camioneta y la tuvieron a ella así como a su hija de 11 años en condiciones infrahumanas, pero se las ingenió para salir y escapar para ponerse a salvo, pero desde ese día no logran sentirse tranquilas.
Cuenta que fue difícil entregar a su hija a las autoridades norteamericanas, pero como tiene otra hija viviendo allá, gestionó que se la dieran para su resguardo.
“Crucé el río, entregué a mi hija y me regresé a México, no me quiero quedar aquí”.
Comentó que en el proceso se ha encontrado con diferentes personas unas buenas otras que los tratan muy mal, los señalan y los tratan como “apestados”, pero defiende que son de otro país y que su color de piel es distinta pero nada más.
Para sobrevivir ella y su pareja trabajan en centros comerciales Mirtha haciendo trenzas y él limpiando vidrios con lo que ganan compran algo para comer, duermen en una congregación religiosa donde les brindan un techo para pasar la noche.
Consideró injusto que la autoridad no les permita tomar un taxi, los dejan parados y tienen que caminar kilómetros si quieren llegar a su destino; tampoco pueden tener acceso a un cuarto de hotel o renta de una casa por falta de documentos, prácticamente viven de la buena voluntad de la gente.
“No tenemos empleo por lo que no tengo dinero para llamar a mi hija y cuando lo logra ella le dice que la necesita, por otro lado no puede arreglar sus papeles para el permiso de estancia legal en el país por falta de recursos económicos”, dijo.
Agradeció a las autoridades la oportunidad de vacunarse puesto que esto les permite dentro de sus circunstancias estar sanos señaló que cuida los protocolos de salud para no contagiarse y contagiar a otros.