Daniella Giacomán
Alrededor de 15 mil personas poblaron ayer cada uno de los rincones del Puerto Noas, para apreciar el eclipse total del sol que, con solo unos minutos, dejó marcados a niños, jóvenes y adultos que se dieron cita en este lugar, uno de los 250 puntos de observación segura en Torreón.
A pesar del cielo nublado que parecía impedir una buena visibildad del fenómeno astronómico, el Sol y la Luna se encontraron una vez más frente a la mirada de miles de personas que venían no solo de Torreón o Coahuila, sino de paises como Estados Unidos, Portugal, Alemania, Rusia y Japón.
Y así en ese idilio que solo el astro rey y la luna pueden tener, recibíeron la bendición del imponente Cristo de las Noas, emblema de la ciudad lagunera.
Desde muy temprana hora, se dieron cita niños que verían por primera vez un eclipse total de sol y adultos que con nostalgia recordaban el ocurrido en 1991.
Y es que caminar al Cristo de las Noas no era tarea fácil, pues se encuentra en la parte más alta, por lo que la comida, los burritos, las aguas, las nieves de Chepo y los antojitos no se hacían esperar.
En diversos puntos del Puerto Noas se encontraban los tendederos con los lentes certificados para apreciar el eclipse que iniciaría a las 10: 59 de la mañana.
De un momento a otro se llenaron de visitantes los escalones que conducen al Cristo de las Noas, parecían ríos de personas de todas las edades.
Unos acostados en el piso con los lentes puestos, otros aficionados a la fotografía con su equipo y su mejor sonrisa, mientras que familias aguardaban también el momento.
Las 11 de la mañana y nada. Las caras largas. El cielo nublado con un sol que jugaba a asomarse.
“Tanto para esto”, dijo Esmeralda, una visitante de la Ciudad de México, mientras que su pareja trató de animarla al decirle que le “traería una nieve en lo que empieza”.
Catorce minutos después, la gente estalló en júbilo, ya se apreciaba el inicio del eclipse solar total. Alegría, emoción, lágrimas de felicidad.
La emoción recorría el cuerpo. Ahora, había que esperar para ser parte de ese idilio entre el Sol y la Luna que ha inspirado tantas historias de amor y desamor también, ¿por qué no?
La prensa local, nacional y extranjera aguardaba. Todos querían la mejor foto: donde se viera el Cristo con los protagonistas del año. Una caminada más para hacer tiempo.
Y a las 12:17 minutos el día se hizo noche. Más de 15 mil almas, emocionadas, presenciaban uno de los eclipses más esperados por su duración e intensidad. Cuatro minutos sí, pero cuatro minutos que pasarán a la historia.
La vista estaba puesta en el Sol y la Luna, pero también en el Cristo de las Noas por ser parte de este fenómeno astronómico irrepetible. Y ahora sí, hasta volver a encontrarse.