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28 de Junio 2024

Las finanzas y la salud

Por Luis Guillermo Hernández Aranda

Mientras el círculo rojo discute sobre la reforma judicial, el gabinete de Claudia Sheinbaum, el futuro de la oposición, de la marea rosa, en el México real los ciudadanos seguimos padeciendo los estragos de la inflación. Así que todos los días hacemos milagros para estirar el gasto y que alcance el dinero.

Esta semana se dio a conocer que la inflación tuvo un rebote de 4.78 por ciento anual en la primera quincena de junio, ante fuertes incrementos en los precios de algunas frutas y verduras.

Hacer el mandado ahora es más caro y comerse unos tacos en la calle ya es un lujo. De acuerdo a datos oficiales el incremento quincenal de varias frutas y verduras fue para morirse del susto. El chayote aumentó 79.25 por ciento; la naranja, 19.29 por ciento; plátanos, 11.20 por ciento; lechuga y col, 15.37 por ciento, y el aguacate, 7.70 por ciento.

A esa realidad hay que sumarle los incrementos en el precio de la gasolina. En lo que va de la presente administración de Andrés Manuel López Obrador, el precio de las gasolinas y el diésel aumentó más de 20 por ciento en promedio, impulsado por factores externos. 

De acuerdo a datos de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) el mayor incremento se dio en la gasolina regular, con un alza de 21.4 por ciento, al pasar de 19.29 pesos por litro a inicios de diciembre de 2018 a 23.42 pesos al cierre de mayo de este año.

¿Cuántos padres y madres no pueden dormir por pensar en cómo comprar comida, útiles escolares, pagar deudas? Estas preocupaciones repercuten directamente en la salud.

De acuerdo a la Condusef 4 de cada 10 mexicanos padece estrés financiero. El cual se manifiesta con dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales, o cambios en la presión arterial. Por su parte, 30.7 por ciento sufrió impactos psicológicos, como problemas de sueño o alimentación, y 10.3 por ciento tuvo problemas sociales u otro tipo, como conflictos con familiares o en el trabajo. 

En nuestro país más de 50 millones de personas padecen gastritis, acidez y reflujo, cuyos síntomas deterioran la calidad de vida, el sueño y la productividad de quienes los padecen. 

Los efectos de la vida moderna nos siguen pasando factura. Y más allá de los discursos de los políticos la realidad es que el dinero cada vez alcanza menos, el problema ha dejado de ser meramente financiero para convertirse en un tema de salud pública.