ÁLVARO MOREIRA
El mes de junio encierra dos fechas importantes tendientes a concientizar a las naciones de todo el mundo acerca de la necesidad de garantizar los derechos de la infancia. Me refiero al Día internacional de los niños víctimas inocentes de la agresión, conmemorada el 4 de junio, y el Día mundial contra el trabajo infantil, erigida el 12 de este mismo mes.
A pesar de que ambas fechas son punto de reflexión, la realidad que las niñas y niños mexicanos atraviesan nos lleva a reconocer lo lejos que para el actual gobierno de Morena no es prioridad el promover, respetar, proteger y garantizar el interés superior de la infancia.
Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador han ocurrido más de 90 mil delitos cuyas víctimas son menores de edad. Y aquí hablamos sólo de hechos de alto impacto, como son más de 8 mil homicidios, 357 feminicidios y 46 mil lesiones. Estos no son números; son 90 mil niñas y niños que han sido asesinados y violentados, más casi cinco mil quinientos que siguen hoy desaparecidos.
Ante esta situación, es reprochable que el gobierno federal esté desmantelando y destruyendo programas e instituciones que han generado avances en su protección, como el programa de estancias infantiles, el de escuelas a tiempo completo y la SIPINNA. Estos actos de irresponsabilidad le están costando la vida a más de dos mil menores cada año.
Por este motivo y porque es clara la necesidad de hacer una reestructuración de las estrategias e instituciones a cargo, es que presenté en el Congreso un exhorto para que desde la federación se fortalezcan de inmediato las políticas públicas que protejan la integridad de las niñas, niños y adolescentes mexicanos.
Esperamos que así como el gobierno federal ha recapacitado sobre las fallidas estrategias que pretendía implementar en el proceso de vacunación de las niñas y niños contra el Covid-19, en el que –por lo menos en apariencia— ha desistido de aplicarles vacunas no autorizadas, hoy recapacite de nueva cuenta y proceda a reconstruir todo aquello que ha ido demoliendo, en especial los programas que aportaban directamente a dar seguridad y bienestar a este grupo de la población que es tan vulnerable, pero que jamás estará solo.
Me despido de ustedes amigos, esperando reunirnos de nuevo, por este medio, la próxima semana. Que Dios los bendiga.