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21 de Junio 2024

Israel Mendoza Pérez

@imendozape

Para sacudirse la fama de gritonearle a Xóchitl Gálvez, en la tarde-noche del 2 de junio, tras llamarle a la, ahora, virtual presidenta Claudia Sheinbaum y reconocer su triunfo en las urnas, Marko Cortés, dirigente nacional panista, atrajo a la excandidata presidencial, a la sede del PAN, y le puso la trampa para cerrar el capítulo de la derrota y la gritoniza.

En esta simulación de respeto e igualdad de género, Cortés Mendoza utilizó a Noemí Luna Ayala, secretaria general del partido, y a la exdirigente panista Cecilia Romero, perteneciente al ala dura de la ultraderecha del partido, para presentar una imagen de equidad de género al interior y exterior del parido blanquiazul y quitarse el estigma de machista.

El objetivo de Marko Cortés fue la demostración de inclusión en una reunión para “cerrar filas” y dejar de lado el episodio histriónico del dirigente panista cuando la derrota hundió a la alianza “Fuerza y Corazón por México”. Y es que el dirigente del blanquiazul, le debe su escaño a Xóchitl Gálvez. Por ello es que el panista tiene una deuda. Aunque no lo reconozca. Además de que fue ella la que se ganó la candidatura, el panismo estaba extraviado sin un candidato natural ni un liderazgo para subirlo al ring de una contienda electoral del tamaño de la pasada.

Por eso es que no puede llegar al Senado de la República con el estigma de político de mecha corta. Sin embargo, la derrota electoral pesa, ya que de las nueve gubernaturas en juego solo se conquistó una. Su representación en ambas cámaras es de las más bajas en dos décadas. Y aun así, Marko Cortés quiere permanecer en el poder partidista hasta el 3 de octubre.

A esta reunión, si bien fue de carácter institucional, la presencia de Cecilia Romero, le añade un elemento de complejidad, primero por pertenecer a la corriente de la ultraderecha, pues en su historial está la creación de la Asociación Nacional Cívica Femenina (Ancifem), grupo que al lado de Provida y la Unión Nacional de Padres de Familia encabezó el activismo contra el uso de anticonceptivos, el aborto y, en general, contra las libertades sexuales. Aunque el respaldo más que a Xóchitl es al dirigente.

Ahora, esconderse detrás de los liderazgos femeninos, no es la mejor estrategia. Ni siquiera llamar volver a llamar a trabajar de lado de la sociedad. Esa fue una de las primeras promesas del panista de trabajar con los sectores sociales rumbo a los comicios federales. Sin embargo, quedó en una promesa. Los candidatos ciudadanos no alcanzaron un lugar en el reparto de las candidaturas. El panismo que no es afín a los grupos externos se negó a ceder posiciones.

Xóchitl Gálvez, sin ser panista abiertamente, cayó en el juego del panista, no solo quedó atrás el dislate, las mujeres del partido fueron la mascarada de Cortés. Nadie, previo a esta reunión, condenó el acto del grito contra la candidata. Ahora solo salieron a cobijar a Marko Cortés.