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WIDER IMAGE-Desde clases en Shanghái a pícnics en Caracas: La nueva vida online ante el coronavirus

LYNXMPEG2I1ZL.jpg,El cura Thomas Law Kwok Fai celebra una misa en línea luego de que la Iglesia Católica de Hong Kong  suspendiera temporalmente las misas en las iglesias, luego del brote de coronavirus  (COVID-19), en Hong Kong, China, 7 de marzo del 2020.  REUTERS/Tyrone Siu; Crédito: TYRONE SIU, Reuters

LYNXMPEG2I1ZL.jpg,El cura Thomas Law Kwok Fai celebra una misa en línea luego de que la Iglesia Católica de Hong Kong suspendiera temporalmente las misas en las iglesias, luego del brote de coronavirus (COVID-19), en Hong Kong, China, 7 de marzo del 2020. REUTERS/Tyrone Siu; Crédito: TYRONE SIU, Reuters

19 de Marzo 2020
SALUD-CORONAVIRUS-ONLINE:WIDER IMAGE-Desde clases en Shanghái a pícnics en Caracas: La nueva vida online ante el coronavirus

DUBLIN/MADRID, 19 mar (Reuters) – Millones de personas en todo el mundo se han visto forzadas a vivir aislamiento y ahora llevan confinadas en sus cuatro paredes o vecindarios durante semanas en la batalla por contener o reducir la propagación del coronavirus.

Esta nueva forma de vivir genera enormes desafíos. La enseñanza, el trabajo y la socialización han pasado a ser online más que nunca. El encierro también ha llevado a muchas personas a reevaluar qué es más importante en sus vidas, lo que produce inesperadas reflexiones o momentos conmovedores con sus familias.

Sha Jie, un estudiante de primaria de 19 años, está tomando clases online. Va a la mesa de la cocina en su departamento de 70 metros cuadrados donde vive con sus padres y su abuela en Shanghái y sigue la lección a través de una pantalla de su televisor.

“Salgo una vez al día como mucho, solo para caminar por el vecindario. Mis padres me dijeron que llevara mascarillas para salir y que me lave las manos cuidadosamente al volver a casa”.

“Estudio, dibujo, veo películas en casa (…) Y construyo cosas. Incluso hice un modelo de auto programable de LEGO”, declaró.

Cuando le preguntan qué le gustaría hacer más cuando su vida se normalice, responde: “Salir con mis amigos y jugar con ellos”.

A miles de kilómetros de distancia, en Milán, la adolescente de 14 años Lavinia Tomassini también intenta estudiar en casa.

“Me levanto mucho más tarde y me acuesto más tarde de lo habitual. Me concentro menos cuando estoy en casa, me gusta ir al colegio y estudiar ahí”.

“Espero que todo esto termine (…) Realmente me está costando estudiar en casa y tengo demasiadas distracciones acá. También tengo muchas ganas de salir nuevamente sin tener que preocuparme por contagiarme”.

En Estados Unidos, al igual que en otros países que presentan grandes brotes de la enfermedad, el doctor William Jason Sulaka tuvo que aprender cómo realizar consultas online ya que no puede ver personalmente a sus pacientes.

“Prefiriría verlos en la consulta (…) prefiero las visitas reales”, dijo.

Pero el médico de 40 años residente de West Bloomfield, Michigan, ha tratado de quedarse el mayor tiempo posible en casa con su esposa y sus hijos.

“Simplemente extraño la libertad de salir en general y no tener que preocuparme por la persona que está a mi lado”.

Mediante consultas en línea, la doctora Lisa Elconin, de 57 años, también en West Bloomfield, Michigan, recibe 10 veces más comunicaciones de los pacientes.

El cierre de los lugares de trabajo les ha dado a las personas un tiempo con sus familias que nunca antes habían tenido.

Dino Lin, un hombre de 40 años que trabaja en un fabricante de autopartes, tuvo la suerte de mudarse a un apartamento más espacioso en Shanghái justo antes de que el virus empezara a esparcirse, permitiendo que su hija Wowo Lin, de 5 años, tuviera una habitación propia.

“Nos hemos quedado en casa principalmente. No estamos obligados a hacerlo, pero creemos que esta es la mejor manera de mantener a nuestra familia lejos de la infección … De vez en cuando bajo las escaleras para obtener suministros y alimentos diarios. Mi esposa y mi hija no salen de la puerta de entrada”.

Lin viajaba antes cada semana desde Shanghái a la ciudad en el centro de China donde trabajaba.

“Ahora finalmente tuve mucho tiempo para pasar con mi hija y mi esposa. Ayudamos a nuestra hija a crear un plan diario, que incluye inglés, estudio de matemáticas, práctica de violonchelo, lectura y su actividad favorita: ver dibujos animados”.

“Después de que la vida vuelva a la normalidad, creo que lo primero para mí es tener una gran comida en un restaurante decente. El deseo de mi hija definitivamente es ver y jugar con sus mejores amigos”.

Los músicos del grupo chino “The 2econd” de Pekín no han podido reunirse durante semanas, pero ahora se juntaron online para tocar en vivo para sus fans.

“Nunca pensé que no vería a mis compañeros de banda en casi dos meses. Como miembros de la generación de un solo hijo, no tenemos hermanos. Somos los mejores compañeros. Compartimos todo en la vida, alegrías y penas. Yo estoy acostumbrado a reunirme con ellos cada fin de semana para tomar una copa o conversar. Fue triste cuando de repente tuvimos parar”, dijo el vocalista Zhang Cheng, de 30 años.

“Veo este período como un arma de doble filo. Aunque se pospusieron algunos planes de recitales, nos dio más tiempo para apaciguarnos y reflexionar sobre nuestro trabajo y hacerlo más maduro”.

Thomas Law Kwok Fai, un sacerdote católico de 70 años en Hong Kong, también recurrió a la transmisión en vivo, después de que la diócesis suspendió temporalmente las misas públicas en las iglesias.

“Fue una decisión dolorosa. Sin embargo, fue una decisión de fe ya que creemos en Dios. Dios nos ha dado el poder de hacer sacrificios que la convierten en una decisión amorosa”.

En la capital venezolana, Caracas, Ana Pereira, de 51 años, vive sola con su perro y su gato. Está sentada frente a su computadora para un picnic virtual con amigos, ya que en realidad no pueden encontrarse como lo han hecho semanalmente desde 2011.

Es apenas una alternativa viable.

“Necesito contacto físico y lo extraño mucho”, dijo. Cuando se le preguntó qué es lo primero que quiere cuando la vida vuelva a la normalidad, respondió: “Un abrazo”.

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(Reporte de Reuters bureaux; escrito por Alexandra Hudson. Editado en español por Marion Giraldo)