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Romper el círculo perverso de la polarización política y social

22 de Noviembre 2021

RUBÉN AGUILAR VALENZUELA

El país está urgido de romper el círculo perverso de la polarización. Es una prioridad estratégica. Esta dinámica surgió desde las élites políticas, pero ha permeado a toda la sociedad.

Un país dividido en dos grandes bloques genera resistencia, de uno y otro lado, que impiden llegar a los acuerdos necesarios para impulsar el desarrollo político, económico y social.

La imposición de un grupo sobre otro establece un freno, entre otras cosas, a la inversión y con ello al crecimiento de la economía que impide se generen los empleos necesarios y se logre reducir la pobreza.

La gobernanza exige la acción concertada de los tres actores que integran el Estado: Gobierno, mercado y sociedad civil. Cada uno juega un papel fundamental en la construcción de los bienes y servicios públicos, que requiere la sociedad.

El presidente López Obrador entiende la política como insulto, provocación y confrontación lo que necesariamente conduce a la polarización. A partir de esta concepción ha construido su carrera política. Le ha dado buenos resultados, hoy gobierna al país.

Desde que asumió la presidencia, en realidad desde hace 30 años cuando se dio a conocer de manera pública como político, ha mantenido la estrategia de la polarización. La división maniquea de un mundo dividido entre buenos y malos.

Es evidente que el presidente no va a cambiar. E incluso existe una alta posibilidad de que en un futuro, ante los nulos resultados de su gobierno, incremente su estrategia polarizadora. Sus simpatizantes se identifican con ella.

Quien puede, entonces, romper el círculo perverso de la polarización es la oposición. Es la única posibilidad. Demanda, sí, grandeza política. Supone elevar la mirada y ver la construcción del futuro a partir del hoy.

Los polarizadores solo ven el presente. No contemplan el gran horizonte. Viven en el día a día. Cada mañana, para poder sostenerse y justificar su poder, tienen que dedicar horas de su jornada de trabajo a promover la división social.

Romper con el círculo de la polarización exige de la oposición, en principio, una estrategia con cuatro grandes tareas. La primera es no responder a las cotidianas provocaciones del presidente, las debe dejar pasar. No puede caer en sus perversas maneras. Se requiere cabeza fría.

Construir un discurso objetivo, sin calificativos, que señale los problemas del país y el fracaso de este gobierno en resolverlos es la segunda. Deben abrir espacios, para que las organizaciones de la sociedad civil especializadas en esos temas se pronuncien.

La tercera es ofrecer propuestas, con fundamento técnico, que se expresen en forma atractiva, para que llegue a las grandes audiencias. Propuestas que se sustenten en sí mismas y no a partir de la crítica al otro, para el caso el presidente y su gobierno.

Y la cuarta tiene que ver con la estrategia de acercamiento a las distintas audiencias y su manera de comunicarse. Requiere mucha creatividad. Las viejas maneras y los tradicionales mecanismos de comunicación, incluso de algunas redes, deben ser replanteadas.

Los tres primeros puntos, que son el contenido, sin una poderosa e imaginativa estrategia de comunicación, que se traduzca en acciones muy concretas, nunca se llegará a las grandes audiencias y el círculo perverso de la polarización seguiría permeando la vida pública del país e incluso la vida privada de cada uno de nosotros.

 

Twitter: @RubenAguilar