Rompamos barreras
Por Luis Guillermo Hernández Aranda
El próximo 24 de julio mi Guicho cumple 15 años. Fue prematuro y los doctores le diagnosticaron 24 horas de vida. Mi hijo se aferró, luchó y estamos a días de celebrar un año más. El viaje no ha sido sencillo ya que tiene parálisis cerebral.
Su condición nos obligó a ver la vida de otra forma. Para mi esposa y para mí las terapias físicas se han vuelto parte de nuestra rutina, el dar medicamentos todos los días y saber cómo reaccionar ante las convulsiones ya es parte de nuestro ritual.
Los neurólogos y demás doctores ya son parte de la familia y la lucha no ha sido sencilla porque todos los días da coraje y rabia la ausencia de políticas públicas para las personas que viven con una condición diferente, pero sobre todo es más preocupante la nula conciencia, solidaridad y empatía del resto de la sociedad.
Son muchas las personas con discapacidad en México, pero pocos voltean a verlas. Tan no las ven que la mayoría no respeta los cajones azules en los centros comerciales. Todos los fines de semana me toca ver a personas que se estacionan en estos reservados sólo para evitarse la flojera de caminar unos cuantos pasos más.
Vaya es tal la falta de conciencia que el Gobierno de Coahuila tuvo que endurecer los trámites para poder acceder a placas para personas con discapacidad. Y es que había personas que porque se lesionaron haciendo deportes e iban estar lastimados 15 días ya querían tramitar una placa especial para su auto. O incluso sin ni siquiera una lesión temporal buscaban hacer trampa para gozar de un privilegio.
De acuerdo al censo 2022 del INEGI, en México hay 20 millones 838 mil 108 personas que viven con alguna discapacidad o limitación; son el 16.5 por ciento de la población, con lo que son la minoría más grande.
A pesar de la cifra estamos más preocupados porque los centros comerciales sean “pet friendly”, que, porque tengan rampas, suficientes elevadores y baños más grandes. No nos hemos dado cuenta que la discapacidad afecta la forma de vida de toda una familia. Por lo que en los hechos la cifra del INEGI es mayor, además de que las familias que viven en esta condición tienen una carga extra de gastos, por lo que se reducen los ingresos.
Es cierto faltan más políticas públicas para mejorar la inclusión y el desarrollo de este sector de la población, pero no todo es responsabilidad del Gobierno. Los ciudadanos podemos hacer mucho desde el respetar los espacios de estacionamiento, no obstruir banquetas. Pequeñas acciones que pueden hacer un gran cambio porque la responsabilidad es de todos.