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Paralaje

Foto: Especial

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21 de Noviembre 2019

DESFILES

Por: Hugo Díaz

La mayoría de la gente piensa que no se trata de otra cosa más que perder el tiempo y organizar cualquier cuadro artístico musical para no acudir a clases.

Es el pensamiento del grueso de la sociedad cuando de participar en las fiestas cívico patrióticas se trata.

El descanso con motivo del aniversario de la revolución mexicana se otorgó el pasado lunes, sin embargo los desfiles en los que los estudiantes participarían fueron ayer, es decir, no hubo clases en las instituciones educativas.

Para los padres de familia estas fechas son aprovechadas por los maestros para no trabajar , como si los cuadros que presentan los chicos fueran producto de la espontaneidad y la ocurrencia de alguien ajeno a los docentes.

Piensan los padres de familia que el maestro no quiere batallar con los alumnos, como si los accesorios que usan en la presentación de cada uno de las dinámicas fueron adquiridas por los padres de familia o forman parte del mobiliario de la escuela.

Acremente se señala al docente como un oportunista para no trabajar, como si no representara un esfuerzo el convencer a los muchachos participar en lo que algunos piensan es pérdida de tiempo.

La parte que alumnos y padres de familia no terminan de visualizar en estas actividades es la amplia gama de oportunidades que se abren para que el estudiante pueda descubrir con que talento cuenta además de su capacidad académica.

Y es que en definitiva son estas actividades las que permiten que el joven se apuntale como líder constructor de proyectos, que desarrolle una capacidad de manejo de personal, además de perder la tímidez muy propia de la adolescencia y pueda responder a las exigencias de la sociedad actual.

Son las actividades extraescolares actualmente el detonante que permite a muchos de los alumnos tímidos vencer esa muralla que los aisla del resto de sus pares.

El joven al experimentar el sentido de pertenencia y aprecio por un grupo se redescubre asi mismo encontrando junto con ello un espíritu de empatía no solo hacia sus compañeros sino con el facilitador.

Está más que claro que en nuestra sociedad necesitamos jóvenes que reciban una educación que les ayude a ser mejores profesionistas, pero también mejores personas, personas que sepan respetar sin perder su espíritu crítico, lideres, pero líderes con sentimientos de construcción.

La flexibilidad de las leyes que contempla a los tres grupos etareos para jóvenes menores de 18 años pero mayores de 12 nos debe llevar a trabajar la parte humana de nuestra juventud, de los contrario difícilmente podremos tener mejores ciudadanos.

Y aunque parezca mentira son las actividades extraescolares, deportivas y culturales las que refuerzan los valores aprendidos en casa y la labor de los docentes en el aula en un día a día que cada vez exige más de nuestra juventud.