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Paralaje

12 de Diciembre 2019

Por Hugo Díaz Aguilera

BENITO JUÁREZ

El conjunto de programas de apoyo para los diferentes segmentos de la sociedad en nuestro país, es ahora tan vasto y diverso que prácticamente abarca a la mayoría de la población en cualquiera de sus modalidades.

Desde los ‘Jóvenes construyendo el futuro’ hasta las personas de la tercera edad a través del programa ’68 y más’.

Todos o la mayoría de ellos entregando dinero de manera discrecional sin más requisito que el hecho de ser mexicano y respirar.

Las becas pomposamente llamadas “Benito Juárez” se han convertido en el tema favorito de la oposición para atacar la estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador en su afán de establecer una política social que ayude a los más necesitados.

Los opositores al régimen de AMLO acusan que el presidente quiere con el dinero de los mexicanos conformar una estructura que le ayude a ganar adeptos que se traduzcan en votos para los próximos procesos electorales.

No considero conveniente en esta ocasión citar el conjunto de argumentos con los que la oposición critica al presidente, sino que escribiré sobre las desventajas de entregar dinero sin esfuerzo alguno.

El otorgamiento de las becas “Benito Juárez” es sin duda alguna y desde cualquier arista que se le quiera ver, un inequívoco promotor de la obtención de un bien sin realizar el más mínimo esfuerzo.

El pasado fin de semana cerca de 2300 estudiantes de seis preparatorias entre privadas y públicas recibieron cada uno 3200 pesos por concepto de dos bimestres pendientes por esa beca.

Groso modo representa una derrama económica de 7,360,000 regalados a jóvenes de los cuáles algunos solo están inscritos en la escuela, es decir, no acuden; otros más mantienen un estatus académico en riesgo, esto es cuentan con varias materias reprobadas.

Aunado a estos puntos, nos encontramos con la más preocupante de las actitudes asumidas por los estudiantes al recibir la beca, ¿Qué destino se le da finalmente al dinero producto de la misma?

Trato diariamente con cerca de 200 de estos estudiantes y una tercera parte de ellos dejó entrever sus intenciones de comprar regalos para su familia, otros comprar ropa porque llegó diciembre, otros más para adquirir lo necesario para una fiesta con los amigos etc.

Con tristeza nos damos cuenta como la nula atención de los padres o tutores a los jóvenes abonan para despilfarrar de la manera más ligera un dinero que se otorga con un objetivo muy noble.

No dudo que muchos de estos estudiantes anden pidiendo prórroga para pagar la colegiatura el próximo semestre, o bien no cumpla con los cuadernos que cada maestro solicita, por mencionar lo menos.

El modelo de educación tradicionalista prevé que el alumno debe recibir todo del maestro y solo replicarlo, ¿Será que tendremos que volver a ese modelo de educación para complacer a nuestros jóvenes?