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Enfoque

25 de Febrero 2020

Por Eduardo J. De La Peña

Este lunes se dio a conocer una nueva medición sobre la aprobación de los mexicanos al presidente López Obrador. Sobra decir que le fue muy mal, el deterioro de su imagen pública va en una tendencia irreversible y tan acelerada como el desquebrajamiento de la economía nacional.

En este estudio de opinión se mantiene la caída en popularidad, confianza, expectativas, que se viene arrastrando desde hace varios meses.

Algunos analistas consideran que el punto de quiebre vino en octubre del año anterior con el fallido operativo de Culiacán, cuando el gobierno se postró ante el narco; y se ha agudizado con la escalada en inseguridad y las reacciones presidenciales ante temas tan sensibles como los feminicidios, además de los desatinos en el manejo de la salud pública.

De acuerdo con la encuesta, en opinión de los mexicanos el principal problema del país es, por mucho, la inseguridad, seguido por la situación económica y la pobreza.

Efectivamente la inseguridad está desbordada, la incidencia de muertes violentas va a la alza y hay regiones enteras del país donde cada día se tienen delitos de alto impacto, por lo que vivir ahí o visitarlas es un gran riesgo.

Pero la economía no está mejor, quizá en la opinión pública no se manifieste la gravedad del momento que estamos viviendo porque en algunos casos aún el impacto no se ha manifestado o se antempera por el dinero que el gobierno regala en sus programas clientelares, pero los indicadores que se construyen con elementos de riguroso análisis técnico confirman que estamos en un serio problema.

Y estando mal la economía estarán mal la seguridad, el empleo, la salud pública, los servicios básicos.

La situación no es buena, el panorama no es alentador, la gente se ha comenzado a dar cuenta y lo refleja en estas encuestas.

De alguna manera son útiles estas mediciones, pero a los gabinetes que las realizan no estaría de más pedirles que mejor ya no las difundan. En buen plan, hay que “sordearnos”.

Es que, entre más le restrieguen a este señor que su popularidad se desploma, más necio y peligroso se va a poner. Ya hemos visto, es capaz de cualquier cosa, y como dueño del poder absoluto toma las decisiones más absurdas sin que nadie le ponga freno.

En unos pocos meses estaremos ante el proceso electoral de medio término, se renovará la Cámara de Diputados y el presidente desde luego que hará hasta lo imposible por conservar la mayoría que hoy tiene.

Sociedad, organizaciones y partidos, tendrían que estar pensando por su parte en una estrategia conjunta para construir un contrapeso sólido, pues la única oportunidad que habrá será esa elección del 2021.

Que se caigan la popularidad, credibilidad y confianza de y en el presidente no basta, esa circunstancia no será suficiente para decidir una elección en la que predominará el dinero para mover estructuras, se precisa de otros fenómenos y elementos que se deberían de estar trabajando desde ahora.

No es menor lo que está en juego. Se llama México. No se vale entonces improvisar.

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