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El presidente y su hijo no ofrecen pruebas, uno insulta y el otro calla

Rubén Aguilar. Foto: Especial

Rubén Aguilar. Foto: Especial

14 de Febrero 2022

RUBÉN AGUILAR VALENZUELA

Pasan los días, ya van más de quince, y el hijo del presidente José Ramón López Beltrán, el dueño de la casa donde éste vivió en Houston, funcionario de la empresa petrolera Baker Hughes, y el presidente López Obrador no ofrecen información, para responder a las preguntas que plantea la investigación de Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI).

En sentido contrario se acumulan datos, entre ellos la investigación que exigen accionistas de la empresa sobre el comportamiento de sus directivos, que confirmarían que el hijo del presidente sí participó en una operación de intermediación entre Baker Hughes y Pemex. A cambio, entre otras cosas, recibió de manera gratuita la lujosa casa donde vivió en Houston en compañía de su esposa.

La no respuesta de los implicados e interesados tiende a confirmar que sí hubo conflicto de interés y tráfico de influencias por parte del hijo mayor del presidente. No es sólo que éste y su esposa vivían en condiciones de lujo, lejos de la austeridad que proclama el presidente, sino que estaría implicado en un delito.

El presidente no responde con datos, no desmiente con información sólida a Latinus y MCCI. Están ahí las pruebas contundentes como resultado de la investigación. Es imposible negarlas. La casa con alberca, cine, jardín y múltiples cuartos está a la vista de todos. Lo que no se muestra es el contrato de la renta. ¿Será porque no existe?

Con su actitud da la impresión de que el presidente está fuera de sí. La investigación prueba, mientras no se demuestre lo contrario, un evidente acto de corrupción del hijo del presidente, de Pemex y de Baker Hughes. Cuestiona de fondo, desde el círculo más cercano del presidente, el que en este gobierno no exista corrupción. No es así.

La defensa del presidente no es ofrecer pruebas que respondan a la investigación. Recurre al insulto, a la agresión, al uso del poder del Estado, para agredir a los investigadores. Ha llegado a niveles nunca antes alcanzados por parte del poder presidencial. En su ataque despiadado, violenta a la Constitución y a un conjunto de leyes que garantizan la confidencialidad de los datos personales. El presidente está fuera de control. Actúa guiado por el coraje y el deseo de venganza. La razón quedó atrás.

En todo caso la inocencia de su hijo, de Pemex y de Baker Hughes no se va a probar por la vía de los insultos, de la descalificación de una investigación sólida y rigurosa. Una que muestra pruebas que son palpables y están al alcance de todos. La única manera de demostrar que no hay conflicto de interés y tráfico de influencias es presentar documentos, pruebas sólidas.

Los beneficios de contratos millonarios y ajuste al alza de otros más de parte de Pemex a Baker Hughes, mientras el hijo del presidente y su esposa vivían en Houston, se presta a dudas fundadas que requieren respuestas. Latinus y MCCI han hecho un gran servicio al país con su investigación. Y el presidente con su reacción se ha hecho un gran daño y también al país y a la democracia. El caso no está cerrado, seguirá en los medios, aunque el presidente haga todo lo posible para que no sea así. En este caso las cortinas de humo no van a funcionar.