El todas mías
Israel Mendoza Pérez
@imendozape
Acostumbrado a mangonear desde posiciones privilegiadas y de poder político, Dante Delgado comenzó a mover a su partido al ritmo marcado por sus intereses. Tras quedarse con las ganas de repetir seis años más en la comodidad del escaño, volvió por sus fueros y el control del partido naranja como ha sido desde hace más de dos décadas.
A Dante Delgado no le salió la jugada de pasar por encima la prueba de la paridad de género. El INE le dio un revés y su lugar —como senador suplente— fue otorgado a Amalia García Medina. Especialista en usar su influencia guardó silencio y no se atrevió a impugnar, pues la cuota de género día cumplirse; pese a que tiene como aliada a la magistrada del TEPJF, Mónica Soto. Ella se encargó de allanarle el camino a Jorge Álvarez Máynez como abanderado presidencial.
Dante perdió su escaño, pero ganó controlar las bancadas, la de San Lázaro a través de Ivonne Ortega, la de Clemente Castañeda en el Senado y en 17 congresos locales; la CDMX con Royfid Torres ; Rodrigo González (Guanajuato), Juan Zepeda (Estado de México), Pablo Arturo Gómez (Hidalgo), Víctor Manuel Manríquez (Michoacán), Miguel Ángel Flores (Nuevo León), Marco Antonio de los Santos (Puebla), Sergio Torres Félix (Sinaloa), Manuel Scott (Sonora), Patricia Lanestosa (Tabasco), Juan Carlos Zertuche(Tamaulipas), Sandra Aguilar Vega (Tlaxcala), Javier Osante (Yucatán) y Ana María Romo (Zacatecas). Todos ellos le deben a Dante su posición.
De esta manera, Dante Delgado se convierte en el supercoordinador legislativo todas mías. Desde esa posición, negocia, descalifica y vuelve a torpedear contra los dirigentes de partidos con los que tiene sembrados sus odios políticos.
En este cambio de variable, Movimiento Ciudadano queda como un partido dirigido por su fundador como ha sido desde hace 24 años. La posibilidad de renovación de la dirigencia para diciembre se diluye. Álvarez Máynez era la carta fuerte, ahora lo desplaza la naturaleza política del septuagenario líder. La concentración del poder como estilo personal.
Álvarez Máynez apostó a su trascendencia como primer abanderado presidencial de Movimiento Ciudadano. Su respaldo lo sustenta en Samuel García y con menos fuerza con Pablo Lemus. El gobernador de Nuevo León fue su “destapador”, pero no le alcanza para soportar a un dirigente débil en la estructura del partido.
A final de cuentas, la marca de Álvarez Máynez es la del partido de la alegría efímera y de los jingles pegajosos, pero no hay densidad para dirigir un partido frente a lo que es en la actualidad Morena como partido de Estado. Por eso Dante retoma el poder. Sobre el exabanderado presidencial creció la fama de “esquirol de la oposición”.
El triunfo del 2 de junio fue coyuntural en el crecimiento del partido. La realidad es que el voto de castigo a la alianza Fuerza y Corazón por México le acarreó a emecé 6.2 millones de votos, pero dividió al partido y obligó a Dante Delgado proteger su franquicia política. Sin fuero lo que le queda es blindar su permanencia política a través de la dirigencia e imponer su política de todas mías.