La guerra en Chiapas
Rubén Aguilar Valenzuela
Hace ya dos años un alto mando en activo del Ejército mexicano me dijo que había órdenes precisas de que los militares adscritos a las zonas militares del estado de Chiapas se abstuvieran de enfrentar a los grupos del crimen organizado.
La Iglesia católica conocedora de la no intervención del Ejército y de Guardia Nacional, que son lo mismo, ha denunciado este comportamiento en repetidas ocasiones, pero nada ha cambiado.
Desde 2021 existe la guerra del Cártel de Sinaloa (CDS) y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), en disputa por el control territorial en Chiapas de la región de la Sierra Madre y la Frailesca en Chiapas. Son ya cuatro años.
En el último año se ha hecho pública la existencia de otro grupo criminal, el Cártel de Chiapas y Guatemala (CCHG), que opera en la misma región y participa también en la guerra.
Consecuencia de este conflicto, a la vista de las autoridades civiles y militares de México, es la huida, en días pasados, de por lo menos 600 habitantes de las comunidades indígenas que hacen frontera con Guatemala.
El gobierno del presidente Bernardo Arévalo, de Guatemala, en el marco de la guerra que ocurre en Chiapas ordenó, meses atrás, el Operativo Cinturón de Fuego, con 5000 efectivos del Ejército y 500 agentes de la Policía Nacional Civil, para reforzar la frontera con México.
La guerra que se libra en territorio mexicano se extiende del lado de la Frailesca, región continua a la Sierra, en los municipios de Villa Corzo, Ángel Albino Corzo, Montecristo de Guerrero y Capitán Luis Ángel Vidal.
Y en el lado de la Sierra en los municipios de Siltepec, Motozintla, Mazapa de Madero, Amatenango de la Frontera, Comalapa y Chicomuselo.
Como parte de esta guerra el CCHG, en días pasados, dio a conocer un video filmado en Nueva Morelia, localidad del Municipio de Chicomuselo, donde hace evidente que desalojó al CDS.
En las últimas semanas la guerra entre los grupos del crimen organizado se ha focalizado en los municipios serranos de Motozintla, Comalapa y Amatenango de la Frontera, en los límites entre México y Guatemala.
La guerra que lleva ya cuatro años se ha extendido en el territorio bajo el control de uno u otro de los grupos del crimen organizado que disputan sus fronteras siempre en el ánimo de extenderlas.
Hasta ahora las autoridades federales, al mando del presidente López Obrador, y las estatales, de Rutilio Escandón, han dejado que a su vista se desarrolle la guerra entre los grupos del crimen organizado con el evidente daño de sus comunidades y sus pobladores.
Y lo mismo han hecho las autoridades militares en seguimiento de las órdenes de su comandante en jefe. ¿A qué obedece la estrategia de dejar hacer? ¿Se piensa que es imposible ganar esa guerra? ¿Hay un acuerdo entre el gobierno y el crimen organizado?
@RubenAguilar