Antígona de Sófocles
Rubén Aguilar Valenzuela
Sófocles (Atenas, 495 a.C. – Atenas, 406 a.C.) estrenó Antígona (Editorial Porrúa, México, 1962) en 440 a.C. en su ciudad natal. Es la historia de Antígona, que es hija de Edipo y Yocasta y hermana de Ismene, Eteocles y Polinices.
Los dos hermanos combaten constantemente por el trono de Tebas, debido a una maldición que su padre Edipo había lanzado contra ellos. Eteocles y Polinices deberían turnarse en el cargo.
Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplir su turno, lo que se desencadena una guerra. Polinices busca ayuda en Argos, una ciudad rival, arma un ejército y regresa para reclamar lo suyo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos cada uno a manos del otro, como decía la maldición.
Creonte, hermano de Yocasta y tío de los hijos e hijas de Edipo, se convierte en rey de Tebas y dispone que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado de acuerdo al ceremonial y será abandonado fuera de la ciudad como comida de los cuervos y los perros.
De no ser enterrado de acuerdo a los ritos su alma vagará eternamente por la tierra. Ante esta situación Antígona decide enterrar a su hermano desobedeciendo las órdenes de Creonte su tío y suegro, pues está comprometida con Hemón, su hijo.
Lo que pretende Antígona llega a los oídos del rey, que la manda capturar, porque es culpable de desafiar las leyes del Estado. Ante el rey confiesa su “delito” y trata de salvar a Ismene, acusada de cómplice.
Hemón, hijo de Creonte y prometido de Antígona, intenta por todos los medios obtener el perdón de su padre. Sin embargo, el rey resuelve enterrarla viva con suficiente agua y comida para no ser culpable de su muerte.
Tiresias, el vidente, advierte al rey que el cadáver de Polinices ha de ser enterrado, ya que los perros lo están devorando y esto simboliza el malestar de los dioses.
Y que debe liberar a Antígona, pero Creonte no le hace caso. El vidente molesto le advierte de la futura pérdida de su hijo.
Un mensajero entra en palacio para informar de la muerte de Antígona, cuyo cuerpo cuelga del velo de su boda. También anuncia a la madre de Hemón, la muerte de su hijo, que pierde la vida al intentar apuñalar a su padre tras la muerte de su amada.
Finalmente, el rey regresa al palacio cargando con el cuerpo de su hijo. Allí descubre que su esposa también se ha quitado la vida y se lamenta y se culpa a sí mismo por los hechos.
En la obra de Sófocles están en disputa las leyes divinas y las leyes del Estado, que no necesariamente coinciden. Antígona representa el respeto a los dioses y el amor a la familia y Creonte, el respeto a las leyes del Estado que debe aplicar como gobernante.
Para ella, honrar a los dioses debe estar por encima de todo, incluso si tiene que violentar las leyes escritas. Para Creonte, el que se cumplan las leyes es primordial. Polinices ha traicionado a su pueblo y no merece sepultura.
Desde su estreno en el siglo V a.C. hasta la actualidad el tema de la tragedia de Antígona sigue vigente. Es el eterno dilema de la ética que guía a las personas y a la sociedad. Hace relación a las fuentes del derecho, de un lado el derecho natural y del otro, el derecho positivo.
De otra manera la tensión entre la ley de los dioses y la ley civil. Entre los derechos del individuo frente a la obediencia de las leyes del Estado.
La Antígona de Sófocles decide defender los valores humanos y las leyes de los dioses, aunque tenga que enfrentarse a la muerte. Es la ciudadanía que en cumplimiento de sus deberes familiares y cívicos se enfrenta al Estado.
Antígona
Sófocles
Editorial Porrúa
México, 1962
Versión original: La traducción directa del griego al español es del padre Ángel María Garibay. Se publica por primera vez en 1962.
@RubenAguilar