Por Israel Navarro
En la ciencia política se utiliza la metáfora del péndulo para describir cómo las sociedades tienden a oscilar de un extremo a otro en cuanto a su comportamiento político y sus ideologías. Esta oscilación ocurre a lo largo del tiempo y se produce como una respuesta a las condiciones políticas, económicas y sociales de una sociedad. Chile es un claro ejemplo.
Después de venir del gobierno de derecha de Sebastián Piñera, llegó Gabriel Boric en la ola de la izquierda Latinoamérica, pero este domingo Chile dio nuevamente un paso hacia la derecha al elegir los 50 miembros del consejo constitucional que habrán de redactar una nueva Carta Magna para el país, toda vez que la que está vigente data desde la dictadura de Pinochet.
Este será el segundo intento, luego de que la primera versión fuera rechazada por el 62% de los ciudadanos en septiembre del año pasado, por considerarla un tanto cargada hacia la izquierda. Ese fue el primer revés político para la gobernabilidad del presidente Boric.
Ahora, nuevamente la derecha le asestó otro jab. El bloque derechista conformado por el Partido Republicano y Chile Seguro, obtuvieron el 56.5% de la votación, mientras que el bloque de centro-izquierda integrado por Unidad para Chile de Boric y Todo por Chile sacaron 37.5% del total de los 15 millones de votos.
Esto es un claro reflejo de que más allá de la redacción de la nueva Constitución, los chilenos están evaluando el desempeño del presidente. Por eso, el péndulo fluctúa de manera vertiginosa ante una sociedad que está ávida de resultados, porque perciben que su calidad de vida no ha cambiado mucho desde las protestas del 2019 que empujaron la idea de hacer una nueva Carta Magna.
¿Qué sigue ahora?, pues que el órgano constituyente tendrá la tarea de redactar una nueva Constitución la cual será sometida a plebiscito en diciembre. El problema es que con la marcada influencia de la derecha es altamente probable que el documento sea muy similar a la vigente. De hecho, el Partido Republicano ha dicho en varias ocasiones que Chile no necesita una nueva Constitución.
Si esta postura de la derecha se materializa, es probable que el proceso nuevamente se estanque, máxime cuando hay un gran desinterés ciudadano. Como la votación fue obligatoria, hubo 21% de votos nulos o en blanco, lo cual es un claro mensaje hacia la clase política. Izquierda o derecha, para los ciudadanos, es más de lo mismo: que el péndulo cambie de dirección, para que no cambie nada.
*Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael