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Antes de despegar, hay que trabajar

Pedro Fuentes. Foto: Especial

Pedro Fuentes. Foto: Especial

08 de Febrero 2022

PEDRO FUENTES

Hubo dos mensajes que llamaron la atención en la pasada semana con relación a la reactivación de los vuelos de la aerolínea TAR desde el aeropuerto Plan de Guadalupe.

Primero se dio el anuncio oficial por parte del alcalde de Saltillo, José María Fraustro Siller, junto con el Secretario de finanzas estatal, Blas Flores Dávila, en representación del Gobernador de Coahuila.

Aparecieron sólo para la foto los alcaldes de Monclova, Ramos Arizpe y Arteaga.

Y es que este último funcionario nada tiene que ver en ese baile pues la ruta de TAR tocará solamente los aeropuertos de Ramos Arizpe y Monclova.

Al parecer “Chema” Fraustro se apropió de la titularidad de coordinador de vuelos en la Región Sureste y por lo visto también de la Zona Metropolitana la que incluye los municipios del sureste mencionados además de General Cepeda y Parras.

Pero aun y con todo el revuelo que causó el anuncio, los expertos ya apuntaron algunos asegunes.

De acuerdo a especialistas y propietarios de empresas y de aviones del sector privado, no solo basta el haber hecho válido un pago de cerca de 30 millones de pesos que TAR había recibido con anterioridad.

Y es que para que esa reactivación se pueda dar de manera efectiva, considerando como prioridad la seguridad de la tripulación y de los pasajeros, hay que meterle mano a la administración y operación del aeropuerto, lo cual era la causa principal de las cancelaciones.

Como aquí se comentó en la colaboración anterior, resultado de una investigación de varios meses, lo que es urgente es adquirir equipos nuevos de aeronavegación.

Los actuales equipos de la torre de control, datan de 1950, sin exagerar, salvo algunos radios que compraron hace tiempo.

De acuerdo a las mismas voces expertas, se requiere un monto aproximado de 250 mil dólares para darle mantenimiento al ILS, Instrument Landing System; adquirir el ADSB que es un programa que permite ver a los aviones en pantalla y en vuelo; radios tierra-aire, altímetros, sistemas de comunicación como el Liquid Touch, VOR, luces de pista, luces de aterrizaje, equipamiento de pista para malos tiempos, además de ampliar la plataforma.

Eso sin contar de los espacios físicos que se requieren para el tráfico de las aeronaves.

Todo esto se convierte en un dolor de cabeza para las personas entre directivos, técnicos y supervisores que laboran en la región y que tienen que trasladarse siempre al aeropuerto Mariano Escobedo de Monterrey,  en una zona industrial donde prevalece el “Just in Time”, que seguramente no entiende la autoridad.

Para muchos la pésima administración se debe a directivos aeroportuarios inexpertos como es el caso de un familiar directo de un exgobernador quien, sin ninguna experiencia en el tema, toma decisiones en este rubro.

Esto se ha interpretado desde siempre como una “concesión política” a ese personaje, lo que ha derivado ya en conflictos laborales que están a punto de reventar.

Se sabe que al personal responsable de las operaciones de vuelos, no se les ha aumentado el sueldo desde hace 11 años. En cambio en la dirección de ese organismo se tienen muy buenos sueldos, prestaciones y exceso de personal como una oficina burocrática.

Una oficina para cobijar a un grupo de consentidos.

Por si fuera poco se señala que el director responsable del aeropuerto, ni siquiera recibe ni atiende las llamadas a los trabajadores inconformes.

Recordemos que el “Plan de Guadalupe” llegó a tener cinco operaciones diarias allá por el año 2000; tres vuelos diarios a la Ciudad de México que cubría la extinta Mexicana de Aviación y dos vuelos de Saltillo Houston Saltillo mismos que no existen ahora.

Ante este desorden quizá sería mejor concesionar las operaciones a los grupos empresariales como el Grupo Aeroportuario Centro Norte (OMA) que opera en Monterrey, entre otros muchos aeropuertos, o al Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR) o incluso a algún grupo de inversionistas locales que tengan interés en ese negocio.

Lo que urge es inversión y mantenimiento.

Es hora de tomar en serio esta actividad estratégica que podría beneficiar a miles. En lugar de mantener un negocio que solo ayuda a unos cuantos.