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América Latina y la invasión de Rusia a Ucrania

Rubén Aguilar. Foto: Especial

Rubén Aguilar. Foto: Especial

28 de Febrero 2022

RUBÉN AGUILAR VALENZUELA

Las dictaduras y los gobiernos autoritarios tienden a apoyarse. En América Latina las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua apoyan la invasión de Rusia a Ucrania, un país soberano.

Jair Bolsonaro, el presidente populista de derecha que encabeza el gobierno de Brasil, también lo hace. El 16 de febrero pasado en Moscú se entrevistó con Vladimir Putin, el presidente de Rusia.

Él no condena la invasión, sino se limita a hacer una llamada a las partes al diálogo, para superar el conflicto. Es también la posición del presidente José Pedro Castillo de Perú y de la presidenta Xiomara Castro de Honduras. Gobiernos que se dicen de izquierda.

A lo largo de los siglos XIX y XX, América Latina tiene una larga y funesta historia de intervenciones militares de Estados Unidos. Solo eso debería provocar la solidaridad latinoamericana ante la invasión de la soberanía nacional de cualquiera país.

A pesar de esa historia hay políticos en la región, se dicen de izquierda, que no se atreven a condenar la brutal y criminal invasión de Rusia a Ucrania. Tal es el caso del brasileño Luis Ignacio Lula da Silva y el boliviano Evo Morales.

La posición de los políticos que integran el Grupo de Puebla, todos miembros de la vieja izquierda, no sólo no se pronuncian en contra, sino que más bien, con su declaración, se ponen del lado de Rusia. Actúan como sus agentes.

Lo nuevo y distinto en el campo de la izquierda es la posición de Gabriel Boric, que el próximo 11 de marzo asume la presidencia de Chile: “Desde Chile condenamos la invasión de Ucrania, la violación de su soberanía y el uso ilegítimo de la fuerza. Nuestra solidaridad estará con las víctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz”.

Esta, y no otra, debería ser la posición de quien se reconoce como de izquierda, de una que es democrática. La vieja izquierda dogmática y populista tiende a apoyar a las dictaduras y a los gobiernos autoritarios.

En una decisión correcta de política exterior, el gobierno de México condenó con energía la invasión. Lo han hecho también, entre otros, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Guatemala, Paraguay, Costa Rica y República Dominicana.

Nadie en América Latina, con la historia de invasiones de una potencia imperial como Estados Unidos, debería tener dudas en condenar la invasión a la soberanía de un país como ahora la hace Vladimir Putin.

Los conflictos se resuelven con la inteligencia y no por la vía de las armas. La posición de Putin, que se ve como un zar de la vieja Rusia imperial, no es la de todos los rusos. Amplios sectores de la población no apoyan la guerra.

Los generales de la dictadura argentina iniciaron la guerra de Las Malvinas en el intento de resolver la crisis en la que vivía su régimen. Esa guerra los llevó a la caída. ¿Puede pasar lo mismo con Putin?

Por lo pronto queda claro que la invasión no ha despertado el “orgullo ruso” como se suponía y sí vergüenza. Hay sectores cada vez más amplios de la población que no apoyan al presidente ruso. Las cárceles están llenas de sus opositores.