A LA BÁSCULA

Paz y tranquilidad

Por: Julián Parra Ibarra

En diciembre de 2006, en una de sus primeras acciones como presidente de la República, Felipe Calderón acudió a su tierra natal, Michoacán, donde el entonces gobernador, Lázaro Cárdenas Batel, le solicitó el apoyo del Gobierno Federal para poder enfrentar los embates de la Familia Michoacana que ya por esos tiempos mantenía azolada a la sociedad purépecha, y apenas tres meses atrás –durante el mes de septiembre- había arrojado cinco cabezas humanas en un centro nocturno de Uruapan, uno de los primeros ‘espectáculos’ de este tipo, que con el tiempo se han vuelto ‘normales’ en un país ahogado por la sangre, el dolor y la muerte, desde entonces.

La llamada ‘guerra contra el narco’ fue decretada el 10 de diciembre con Felipe Calderón enfundado en una chaqueta y gorra militares que evidentemente le quedaban grandes, y cuya imagen sirvió para que se le caricaturizara durante todo su sexenio. Cuando la situación se volvió incontrolable, el presidente dijo que aquello no era una guerra sino una ‘estrategia’.

Trece años han pasado, pero pareciera que son trece siglos, de entonces a la fecha la espiral de violencia ha mantenido un crecimiento sostenido, y hasta pareciera como si en una conmemoración macabra, 14 elementos policiacos michoacanos fueron abatidos durante una emboscada presuntamente del Cártel Jalisco Nueva Generación, cuyo saldo además es de una patrulla y media docena de agentes desaparecidos, por lo que el número de víctimas puede aumentar.

Cuando vemos a un gobernador como Silvano Aureoles que cada vez que se presenta una matanza masiva como la de Aguililla, repartiendo culpas y diciendo que esto es consecuencia de que el Alcalde no ha querido sumarse a la estrategia estatal de seguridad; y cuando escuchamos a una secretaria de Gobernación que normaliza este tipo de matanzas porque esto es lo que ocurre todos los días en muchas partes del país, uno duda totalmente que en verdad exista una estrategia contra la inseguridad, y que pronto empezaremos a ver la luz al final del túnel.

Por ello, con todo y sus bemoles, se tiene que reconocer que nuestra entidad ha alcanzado una pacificación -no a los niveles que todos quisiéramos, y que desgraciadamente lo más probable es que jamás volveremos a tener-, el Gobernador Miguel Ángel Riquelme ha implementado medidas preventivas, no reactivas, estableciendo acuerdos de seguridad, con Durango con el esquema del ‘Mando único’ en La Laguna; en el norte con Nuevo León y Tamaulipas; y recientemente con Durango y Chihuahua.

En bien de la paz y la tranquilidad, ese tipo de acciones, se agradecen.

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@JulianParraIba