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Martes 05 de Diciembre 2023
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“Vivimos devastación y angustia “

Tanto Landeros como De Los Santos, aseguraron que ninguna autoridad advirtió de la magnitud del huracán.

Tanto Landeros como De Los Santos, aseguraron que ninguna autoridad advirtió de la magnitud del huracán.

30 de Octubre 2023

Víctor Barrón / Norma Ramírez

Momentos de pánico y desesperación vivió un grupo de aproximadamente 160 laguneros de la empresa Peñoles que viajaron a Acapulco, Guerrero para asistir a una convención minera y fueron sorprendidos por la furia del huracán Otis. Por su parte, el empresario nigropetense, Isidro De los Santos, presidente de Canacintra Piedras Negras junto a su familia y compañeros de trabajo que acudieron a una convención industrial narró las horas de angustia tras el paso del fenómeno natural.

Silvia Landeros, gerente de Comunicación Externa de Peñoles, compartió para Grupo Región los detalles de esta experiencia en la que los laguneros, con apoyo de las empresas mineras y la Asociación de Ingenieros de Minas, Metalurgistas y Geólogos de México, lograron salir a salvo del sitio del desastre y ya están de regreso en la región.

Por parte de la empresa y su filial Fresnillo PLC, habían viajado al evento 80 empleados y sus acompañantes. La cifra aumentó a más de 200 laguneros si se toma en cuenta la presencia de periodistas y proveedores de las empresas mineras que también estuvieron en la XXXV Convención Internacional de Minería, a la cual se dieron cita más de 10 mil asistentes.

La mayoría de los torreonenses se encontraban hospedados en el Hotel Princess, sitio donde el impacto de Otis generó destrucción haciendo volar cristales y paredes exteriores e interiores en todos los niveles del edificio, obligando a los huéspedes a resguardarse en los baños durante el paso del huracán.

Otros laguneros se encontraban en una cena en el restaurante La Vicenta, en Plaza La Isla, donde presenciaron el aumento gradual de los vientos, quedando atrapados ahí; aunque el daño fue menor al tratarse de un inmueble de una planta y con la colocación de mesas a modo de barricadas por los empleados del establecimiento.

“Fuimos muy afortunados quienes nos quedamos en el restaurante, ahí pasamos la noche”, manifestó Silvia Landeros, quien formaba parte de otro grupo que se hospedería en el Hotel Emporio.

Todos los laguneros perdieron su equipaje y quedaron con la vestimenta y dispositivos que llevaban consigo al momento del siniestro. Lo que vino después también fue desesperante, pues fue imposible la comunicación durante el miércoles y los inquilinos del Hotel Princess estaban imposibilitados de salir debido a la obstrucción de carreteras por árboles y escombros, así como la inundación que cubría a las personas hasta la cintura.

Por otra parte, los inquilinos del Emporio acudieron a una oficina de Protección Civil cercana y la única ayuda que recibieron fueron unos impermeables. Y así, sin apoyo de autoridad alguna, las empresas y la asociación minera se valieron por su cuenta enviando camiones desde la Ciudad de México para el rescate de los convencionistas y restableciendo la comunicación vía WiFi, mediante un equipo portátil montado en uno de sus vehículos.

El traslado se dio entre jueves y viernes, abandonando Acapulco para hacer una estancia corta en la capital del país, donde algunos aprovecharon para comprar ropa y calzado, a la espera de abordar su vuelo comercial de regreso a Torreón, tras el episodio de terror que para todos significó el destructivo trayecto del huracán Otis por el municipio de Acapulco.

La peor experiencia: De los Santos

El empresario nigropetense, Isidro De los Santos presidente de Canacintra Piedras Negras junto a su familia y compañeros de trabajo que acudieron a una convención industrial al puerto de Acapulco, narró las horas de angustia y sobrevivencia tras el paso del huracán categoría cinco Otis.

“Fueron momentos de terror, como una película de espanto, que pasa por encima de tu cabeza y lo único que buscas es salir de esa pesadilla”, dijo.

De los Santos explicó que “en la casa en donde nos hospedamos estábamos 23 personas y por las fuertes ráfagas de viento sentimos y vimos cómo el techo se colapsó, en ese momento, todos los que estábamos ahí nos unimos formando una cadena humana para evitar que el viento nos moviera”.

“Al día siguiente pudimos ver el desastre a su alrededor. Nadie nos avisó nada, de hecho, nosotros estábamos en una cena con unos clientes que teníamos a las 9:00 de la noche y a partir de las 10:30 nos dijo la persona que nos estaba acompañando que nos teníamos que ir, porque las alertas del clima de su teléfono le alertó de la agresividad de meteoro”, recordó.