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¿Qué sigue después del aborto?

FOTO: Especial

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30 de Septiembre 2021

CONTENIDOS COAHUILA

 

Este 28 de septiembre en el Día de Acción Global por el Aborto Seguro, con aires de victoria se celebró que ya en cuatro estados, el último de ellos Coahuila, la despenalización del aborto es una realidad.

 

Lejos del debate y los posicionamientos, y a la espera de la armonización de leyes y protocolos que aterricen esta práctica, está el qué sigue, tanto en materia de salud mental, como de acompañamiento hacia las mujeres, jóvenes y adolescentes que decidan abortar.

 

Y con grupos de “apoyo” rondando a quienes pasan por un embarazo no deseado, aumenta el riesgo de no recibir la atención y el acompañamiento emocional adecuado para quienes cursan esta situación en la que desafían las expectativas de una parte de la sociedad que las condena.

 

SALIR DEL CLANDESTINAJE

 

Para Malu Reyna, de la Red de Aborto Seguro, tras diez años de clandestinaje se empieza a salir a la luz y aún persiste el miedo y el estigma alrededor de la palabra aborto, “hay mucho miedo y desesperación, miedo a morir porque así nos lo han enseñado desde que estábamos en la primaria. Nos enseñaron el video del feto, de mi piernita. Horrible. Salían llorando de la clase”.

 

Y con ello, asegura, se construyó un muro alrededor del aborto.

 

Ismael Ramírez, presidente del Colegio de Desarrollo Integral del Psicólogo, coincide en que son las influencias sociales las que alimentan las incongruencias entre el yo real de las personas, y el ideal creado por la sociedad.

 

“Lo que buscamos nosotros los psicólogos es hacer más corta la incongruencia, que si vivimos en una sociedad y esa  incongruencia se va a hacer tan grande como tú lo permitas. Las niñas bonitas no tienen relaciones antes de casarse; las niñas bonitas no se juntan: ven a sus papás,

no abortan y llega un momento en que tu yo real muere para complacer a la sociedad”.

 

“Y no muere literalmente pero sí emocionalmente”.

 

 

NO ABORTAS POR SER JOVEN

 

En experiencia de Malu Reyna, quien realiza acompañamiento hacia las mujeres que cursan un embarazo no deseado, así como hay adolescentes de 13 y 14 años que quieren abortar, hay mujeres de 50 que no desean llevar a término un embarazo.

 

“Ahora sí que este contexto de que solamente abortan las adolescentes o las jóvenes, es completamente erróneo. Yo creo que todas las colectivas feministas y que acompañamos en el proceso de aborto podemos dar muy claras cifras de que es muy diferente el rango de las edades en las que interrumpen sus embarazos y por contextos que no te puedes imaginar”, finaliza.

 

Sin embargo, para Ismael Ramírez el otro contexto que pesa aún más, es la condena social:

“Tu yo ideal ya está muy cargado, vas a pecar, te vas a ir al infierno, no se puede. En mi consultorio tengo que disociarte, meterte en un trance terapéutico, preparar un proceso para que la decisión al final no me pese el resto de mi vida, que la decisión sea propia y no haya una incongruencia”.

 

“En el proceso hay que fortalecerse para que tomes la decisión, no en la primera ni en la segunda, a veces es hasta en diez sesiones pero tenemos que estar seguros que esa es la decisión adecuada, pero inclusive después de que la tomas debe seguir el proceso. Y apagar tu luz de conciencia a través de un trance terapéutico para trabajar con tu mente interna, sabia y creativa que es la que te conoce”.

 

 

LA ADOPCIÓN

 

La opción de llevar a término el embarazo y luego dar al bebé en adopción, aseguran Malú Reyna y el psicólogo Ismael Ramírez, no es la solución.

 

“Hay muchísimos grupos, hay un colectivo ProVida, ni siquiera le podemos llamar pro vida, es anti derecho porque están violando los derechos de las mujeres y de un producto que ni siquiera tiene vida propia. Desgraciadamente hemos tenido varios acercamientos con ellos y más allá de ayudar, solamente quieren imponer. Tu vas a tener ese bebé. lo vas a llevar a término y luego lo vas a dar en adopción. Entonces ahí las mujeres lo que no quieren es llevar un embarazo a término, no quieren sentir todo ese proceso de embarazo”.

 

“Obviamente las hormonas, cuando estas embarazadas te llevan a tope, cambiará la percepción y va a ser una maternidad obligada y es un proceso psicológico muy duro, les han hecho un ‘coco wash’ a las chicas que han asistido a ese tipo de asociaciones o agrupamientos, lo que nosotros queremos es que las mujeres deciden por sí mismas si quieren abortar o no estamos para apoyarlas”.

 

Para Ismael Ramírez, una adopción no permite un cierre emocional.

 

“Qué pasa cuando muere un familiar de una persona en un hecho violento. Le vas a llorar, le vas a llevar flores a una tumba y vas a cerrar tu duelo. Lo que pasa con las personas que levantaron y aun tienen la esperanza de encontrarlos un día vivo, no tienen cómo cerrar su duelo”.

 

“¿Qué pasa cuando yo decido abortar, hago mi duelo, le pongo un altarcito, escribo una carta; ¿pero qué pasa cuando das en adopción?, piensas en que estaría cumpliendo quince años, quién se habrá quedado con él, si le habrán hecho fiesta, si se estaría graduando, y finalmente te cuestionas si mejor no lo hubieras dado en adopción”.

 

“Sería un poco más complicado cerrar un duelo, quise hacer un bien a la larga y a la niña le hice un mal”, señala.

 

“Es muy complicado que te den una cría en adopción, he conocido personas que lo han querido hacer y hasta ahorita no han podido, no entiendo el razonamiento de estas personas, acerca de hacerlas parir y luego vivir todo este proceso, es una imposición, no son provida, son anti derechos, quieren violar los derechos de las mujeres”, insiste Malú Reyna.

 

Y finalmente, señala Ismael Ramírez, es “sumarse a la incongruencia, realmente la chica que abortó no va a llegar al consultorio llorando porque mató a un niño sino porque mató las expectativas de la sociedad”.