Moisés Santiago H.
Fotos: Moisés Santiago H.
Para Israel Muñiz continúa siendo una pesadilla la tragedia de la explosión en Pasta de Conchos el 19 de febrero de 2006, recuerda el estruendo que lo arrojó contra la pared y le causó quemaduras en diferentes partes de su cuerpo, dice que ese día escuchó gritos de auxilio de sus compañeros pero se desmayó y despertó horas más tarde en la clínica número 24 del Seguro Social de Nueva Rosita.
Recordó que otros compañeros también salieron con vida, dice: “Aún recuerdo ese día, la explosión fue como en el diagonal 19 o 17 porque salió fuego, sentía ardor y todo estaba muy caliente ahí abajo y mis compañeros pedían auxilió”.
Tras preguntarle cuántos salieron con vida dijo: “Recuerdo a algunos pero ya les perdí la pista, uno es Ervey Flores y el otro Marco Antonio Contreras”, también recordó a Fermín Rosales Martínez y Jesús Castillo Reyes, estos son algunos que recuerda fueron hospitalizados en su momento para ser atendidos.
La vida dio un giro para Israel quien ahora no puede trabajar en otras empresas porque sufre de dolores de cabeza y cuenta con lesiones que lo dejaron incapacitado por lo que en el seguro lo marcaron con porcentaje muy bajo de donde recibe unos pocos pesos mensuales para los gastos de la familia.
“Solo recibo 3 mil 500 pesos mensuales por haber quedado marcado con un 65 por ciento después del accidente por no poder trabajar, eso fue lo único que me quedó y con eso prácticamente es imposible cubrir los gastos de la casa, por lo que mi esposa, Blanca, no soportó más y en un momento decidió abandonarme a mi suerte y me dejó a la deriva con mis angustias”, lamentó.
Tras sufrir emocionalmente por todos estos sucesos Israel decidió salir adelante al aprender carpintería para poder realizar trabajos por su cuenta.
“Ante esta situación aprendí el oficio de la carpintería y monté un pequeño taller en mi casa de donde consigo lo necesario para el sustento diario y con muebles bajo encargo he logrado salir adelante”, relató.
Sus dos hijos tuvieron que decidir con quién se quedarían después del divorcio; cuando ocurrió el accidente minero, el menor, un niño de 8 años de nombre Edy, poco sabía de lo ocurrido pero su angustia era notable al ver a su padre enfermo y decaído y su hija en ese entonces de 9 años de nombre Heidy poco a poco fué comprendiendo lo sucedido.
“Mi hija me dijo que ya no regresara a la mina que mejor ella quería estudiar una carrera de ingeniería industrial para que yo no trabajara más en la mina y mi hijo quería ser enfermero, pero con la pensión que recibí entonces no fue posible cumplir el sueño de los dos, a Heidy con sacrificios logré darle su estudio en la universidad y logró ser ingeniero industrial, pero Edy se graduó como técnico en electrónica en el Cbtis de Sabinas”, comenta.
Dice que al igual que sus compañeros que salieron con vida nadie se acuerda de ellos y sus familias lo cierto es que ya no puede llevar una vida normal pues sufre de sobresaltos y pesadillas recordando ese trágico día que lo dejó marcado para siempre.
Ahora que se habla mucho de un rescate de los restos de los mineros Israel comenta: “Esto es bien difícil para mí porque me embarga un dolor y una pena tan grande pensar que pudieron haber estado vivos y los dejaron morir, es una pesadilla viviente que nos embarga a todos”.
También recordó que solo se han recuperado dos cuerpos, el 23 de junio de 2006 salió el primero, Felipe de Jesús Torres Reyna, que contaba con 49 años de edad.
Y el 1 de enero de 2007 fue localizado y rescatado el cuerpo de un segundo minero muerto en la explosión, identificado como José Manuel Peña Saucedo, vecino del cercano poblado de Paláu, y ahora hace unas semanas los restos de un tercero que aún no dicen de quién se trata, dice que eso lo pone más tenso al saber que las familias aún sufren desde hace 18 años.
A pedido a las autoridades de gobierno que le otorguen una pensión tanto a él como a sus compañeros que sobrevivieron ese fatídico día porque no han sido tomados en cuenta y todo parece ser que los han dejado en el olvido.
Lo único que pide Israel y en voz de los demás sobrevivientes es que el gobierno o alguna autoridad los indemnice como afectados de esa tragedia minera que les marcó la vida y ahora ya nada es igual, no pueden tener una vida normal porque sufren sobresaltos y pesadillas recordando ese turno cuando el estruendo de Pasta de Conchos los dejó afectados emocionalmente y discapacitados para trabajar.