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Muros vs el acoso, un grito liberador

Foto: Especial

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30 de Marzo 2021

Cuando denunciar ante la autoridad no es suficiente, es necesario exhibir a los victimarios en público, al menos, para advertir a las demás

 

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Son tendederos de rostros y nombres de hombres señalados como acosadores, con ellos, ellas levantan sus muros contra el acoso y hostigamiento sexual; los exhiben en colegios, universidades y preparatorias, en tendederos en las plazas y durante las manifestaciones. En ellos, ellas pronuncian los nombres de sus victimarios en un grito liberador.

 

Para ellas, tan solo eso las hace sentir bien, ya no callan. Muchas veces no quieren denunciar sino sólo advertir. Las autoridades se declaran incompetentes si no hay una denuncia que desnude a las víctimas: ¿eres en realidad estudiante? ¿tienes pruebas? ¿por qué no denunciaste antes?.

 

 

¿Sirven los muros para contener la violencia de género en las aulas?

Nicole, Violeta y María, son estudiantes y feministas, participan en marchas, en manifestaciones. No utilizan sus nombres pero prestan su voz para hablar por aquellas que se animaron a colgar en los muros y tendederos sus versiones.

 

La primera vez que se instaló una casilla de denuncias en la Facultad de Jurisprudencia y se visibilizaron las quejas, los resultados tomaron por sorpresa a las propias autoridades; había pruebas del acoso, la Fiscalía obtuvo mensajes y fotografías con contenidos sexuales en donde había maestros, directivos y alumnos.

 

Exponer que había hostigadores sexuales en las aulas, impulsó la creación de un protocolo para atención y denuncia, uno que se basa, en que la víctima hable y pruebe su dicho en un sistema donde su agresor, forma parte del grupo de poder, tiene autoridad sobre ella y dentro de la institución.

 

Con todo, la sanción más fuerte fue que el agresor diera una disculpa pública.

 

“Quedamos insatisfechas porque estos movimientos surgen porque hay una necesidad no atendida y usamos estos recursos como los tendederos en donde visibilizamos lo que muchas mujeres no pueden denunciar. No nada más es denunciar sino que me brindes las circunstancias adecuadas, que no habrá impunidad y revictimización”, exigen las jóvenes.

 

“Hay que respetar si la víctima decide no denunciar porque no quiere ser revictimizada o señalada, y cuando se utiliza ese argumento de que hay denuncias falsas, no podemos tener la certeza de que no suceda así, pero a nivel estatal las denuncias falsas que se usan son un porcentaje muy bajo, pero si la víctima prefiere hacer la denuncia pública aunque no se la vía legal se respeta”.

 

A final de cuentas, insisten: los muros advierten a los acosadores.

 

 

“Sobre todo a figuras públicas, cuando nosotros expusimos resultados, había un grupo de packs y fotografías donde había estudiantes, y maestros de toda la universidad y cuando se comenzó con el movimiento empezaron a salirse, además de que puede inhibir puede advertir de que ciertos hombres son peligrosos”.

 

Y tan solo denunciar, constituye un fuerte alivio emocional para las jóvenes hostigadas y acosadas.

 

“Es una especie de catarsis el hecho de no estar encubriendo a alguien, hablar por las demás y advertir de un potencial agresor, si hablamos de una cuestión emocional es bastante liberador. Parte del encubrimiento es parte de la normalización, decir que no pasa nada y en realidad no está bien”.

 

Sin embargo, denunciar requiere mucho más que valor.

 

“Las denuncias vienen acompañadas por los principios sociales de cómo se prueba pero son acciones que se dan escondidas, no se ven a la luz pública, cuando tienes el valor de contarlo es bastante probable que te soliciten que no se haga mucho escándalo, que no es para tanto, este acompañamiento de instituciones y organizaciones de mujeres puede marcar el cómo se va a llevar el contexto para que esta persona no se rinda”.

 

 

“Que esta consigna del “yo te creo” se materialice, que no importa que tan poca evidencia exista o que es mi palabra contra la del agresor, que sepan que están conmigo; porque por mucho tiempo  se nos ha cuestionado y exigido que probemos”, señalan.

 

Por su parte, la doctora Magda Robles Garza, titular de la Defensoría de Derechos Universitarios asegura que se siguen todas las denuncias tanto en redes sociales como en los medios de comunicación, y se han emprendido acciones como foros de consulta para perfeccionar la atención a las denuncias en materia de género.

 

En dichos protocolos se insiste en la identificación plena de las víctimas para que hagan sus denuncias.

 

“Buscamos identificar y contactar a las denunciantes porque necesitamos una denuncia formal para activar el protocolo y necesitamos nombre, apellido y los datos verificar que sea miembro de la comunidad universitaria y la ratificación de la denuncia formal para iniciar el procedimiento ante el Tribunal”.

 

Sin embargo, también se trabaja en otras vías, aquellas en donde se trabaja en la formación y capacitación sobre la violencia de género, aquella que les dice a los hombres que esa conducta constituye un delito, una agresión.

 

“Venimos de una sociedad violenta en donde la normalización está en todos lados, hasta en nuestras relaciones personales, entonces cuando estamos dando capacitación a docentes y a estudiantes y administrativos, nos han dicho es que en mi casa siempre ha sido así, usamos esas frases, no sabía que estaba faltando al respecto y esa también es nuestra tarea, de informar, difundir el respeto la tolerancia y los valores, sobre todo que lleve el respeto hacia la otra persona”.

 

“Se que hay desconfianza, cierto temor por el señalamiento, miedo a las represalias, miedo  de reprobar, a ser excluida y señalada, pero necesitamos de ese valor para hacer una denuncia”.

 

Para Ariadne Lamont, directora de Incidencia y Acompañamiento a Víctimas en Incide Feme, la no denuncia se funda en la duda.

 

 

“Cuando se sufre de acoso lo primero es dudar de si misma, si se lo imaginó si no sucedió, porque no nos enseñaron a creer en nosotras mismas sino a desconfiar, y que los hombres lo hacen porque son hombres como si fuera innato; y no lo es, es un abuso de poder, jerarquía y fuerza”.

 

“El muro es un movimiento de mujeres hartas en donde otras se ven reflejadas, van haciendo que con su ejemplo de denunciar los tendederos, muros, otras digan lo que les pasó e incluso lo recuerden”.

 

“Las muchachas quieren decir, pero las escuelas tienden a minimizar y arreglar los problemas ahí dentro, darles a las chavas atole con el dedo, frenarlas y que no denuncien, quedarían mejor si reconocieran que ocurre y apoyan a las víctimas, pero como todo lo sexual se oculta tienden a ocultarlo”.

 

“Las mujeres toman fuerza para denunciar cuando ven el ejemplo de otra, las escuelas tienden a minimizar y disuadir, para que no acudan al Ministerio Público y aun cuando llegan es posible que las denuncias no prosperen porque el gobierno quiere lo mismo que las escuelas, que no se incremente la estadística y que no se sepa que las mujeres están inseguras en su casa, en su escuela y en ámbito laboral”.

 

“En un mundo ideal, las mujeres irían sin miedo a la escuela, ir con cualquier ropa y no ser agredida, ir a balo solas o aunque esté desierta la escuela no serían violadas, aunque estuviera muy chula un maestro no la piropeaba, no se aprovecharán si toman, las mujeres se verían con respeto a todas horas en la calle, yendo solas, no aparecen las mujeres muertas y violadas, en un mundo ideal las mujeres serían apreciadas porque son personas, son seres humanos, porque el trabajo doméstico se pagarían, serían apreciadas porque pueden engendrar porque son encargadas de generar vida, en un mundo ideal los hombres no atentaría contra las de su especie”.

 

HOSTIGAMIENTO, QUÉ HACER

Por su parte, José Ángel Acosta Briones, psicólogo del Centro de Justicia y Empoderamiento de la Mujer, refiere que “hablar de violencia es hablar de cultura y sociedad, hemos normalizado y naturalizado la violencia, la vemos como algo cotidiano, cuando la violencia no tiene nada de natural, es una conducta aprendida y siempre tiene la posibilidad de desaprenderse”.

 

ACOSO SEXUAL: ¿CÓMO RECONOCERLO?

“Es importante reconocer el acoso sexual, existen manifestaciones para identificar frente a qué estamos, piropos, comentarios no deseados, chistes ofensivos, propuestas sexuales, preguntas incómodas; no verbales, miradas morbosas exigentes sugestivas o insultantes, empleo de sonidos silbidos o gestos, dentro de las manifestaciones físicas, roces corporales, manoseos, pellizcos, siempre con la terminación no deseado, no solicitado”.

 

¿CÓMO PROBAR EL ACOSO SEXUAL?

“Es complejo porque estamos ante una relación de poder, existen protocolos específicos, por ejemplo lo principal es que no se abandone, el trabajo o la escuela: no renunciar, reunir documentos que avalen el desempeño laboral, sobre todo si la persona no llega tarde, no falta, es importante que los reúna para que no se trate de justificar un despido sino su desempeño. Recordando que el hostigamiento y el acoso son delitos que se pueden perseguir”.

 

ACOSO Y HOSTIGAMIENTO SEXUAL

¿Qué es?

Son conductas de carácter lascivo, es decir que están relacionadas a cuestiones sexuales.

 

Según La Ley General de Acceso a Una Vida Libre de Violencia, el hostigamiento es el ejercicio de poder en relación a una víctima y opera de manera vertical, en el acoso no hay subordinación pero existe un ejercicio de poder.