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Mujeres de peligro

Foto: Especial

Foto: Especial

11 de Febrero 2021

CLAUDIA OLINDA MORÁN

 

Son mujeres de peligro, su llanto, su rabia y su furia mueven montañas. Son madres, esposas, sumaron sus pérdidas escuchando las historias de otras como ellas, perdieron una batalla pero no la guerra.

 

Se enfrentaron por igual a delincuentes e instituciones, no se cansan, siguen buscando justicia.

 

Marisela Escobedo Ortiz, originaria de Piedras Negras visibilizó a las Muertas de Juárez buscando al asesino de su hija Rubí; Elvira Martínez Espinoza bajó a las entrañas de corrupción que invaden las minas de carbón en las que su esposo y 64 mineros perdieron la vida.

 

Tita Gutiérrez se enfrentó ferozmente a las autoridades de tres naciones pidiendo justicia por su hija Elisa, asesinada en Filipinas; sin que haya un solo detenido por esta causa, unió su voz al del resto de las madres de los desaparecidos en Coahuila; Silvia Ortiz de Sánchez Viesca no deja de buscar a Fanny quien lleva más años desaparecida que los que pasó a su lado y Sandra de Luna, la abogada, la única voz que queda para que no se olviden las 14 mujeres violadas por los militares en una noche de pesadilla de lo que fuera el bar Pérsico en Frontera.

 

No hay calles con sus nombres, ni las de sus hijas y seres perdidos; tampoco de sus representadas, pero no le apuestan al olvido. Ellas son las mujeres de peligro de Coahuila.

 

Justicia para los mineros

Elvira Martínez Espinoza

Viuda de Pasta de Conchos

Nueva Rosita, Coah. 19 de febrero de 2006.- Era domingo, su esposo Jorge Vladimir Muñoz Delgado había entrado a trabajar a las diez de la noche del sábado para salir a las seis de la mañana.  Ella estaba en la iglesia cuando su hija Tania llegó a decirle que había ocurrido una explosión en la Mina donde trabajaba su papá.

 

 

Al igual que las decenas de familias que se enteraban de lo sucedido, se apiñaban en torno al cerco de militares que acordonaron la mina 8 de Pasta de Conchos de Industrial Minera, como si el peligro viniera de fuera y no estuviera asentado en sus entrañas colapsadas. Cinco días después, personal de la mina les dijo que todos estaban muertos, un año después aún no se resignaba ni a la viudez, ni a que sus tres hijos no tuvieran padre, ni a la injusticia ni a no tener un cuerpo al cual llorarle.

 

“Si no tengo su cuerpo enfrente, ¿a quién le lloro? No puedo llorar”.

 

Elvira Martínez tenía 19 años cuando se casó con Jorge justo al salir del bachillerato, Elvira tenía 33 años cuando perdió a su esposo, Jorge era operador dentro de la mina en el segundo turno. Fue la única de las viudas en rechazar la “ayuda humanitaria” de 750 mil pesos, que la empresa les ofreció a los deudos.

 

Cuando Jorge Vladimir murió, sus hijos tenían 14, 12 y 4 años. Tania, la mayor, fue la que llegó corriendo y le avisó del accidente; desde entonces, no ha dejado de denunciar las malas condiciones en las que trabajan los mineros, los pagos simulados para evadir las cuotas del Seguro Social, las mentiras y las injusticias.

 

Este año se cumplirán 15 años de la tragedia minera y aún lucha junto con las otras familias para tener acceso a la verdad y a la justicia.

Movilizó a una ciudad

Tita Gutiérrez Cabello

26 de diciembre de 2008.- Thunder Bay, Ontario. Tita Gutiérrez Cabello recibió la noticia. Una llamada desde el hotel le informó que el cuerpo de su hija Elisa Loyo Gutiérrez, de 25 años, había sido encontrado en una bodega del centro vacacional en donde se encontraba trabajando en Filipinas. Apenas hacía tres días, se había comunicado con ella diciéndole que esperaba regresar y que se encontraba eligiendo qué vestido usar en la cena de Navidad.

 

 

La violencia sufrida por el cuerpo de su hija, le reveló los indicios de una muerte que nada tenía que ver con la versión de suicidio con la que las autoridades locales cerraron la investigación. El hecho de haber denunciado la explotación de los trabajadores del centro recreativo, de robos y el asedio de uno de los chefs que colaboraban en la cocina, no fue nunca una línea de investigación. Su muerte quedó impune a pesar del clamor de justicia que reunieron sus amigos en Canadá y su familia en Saltillo.

 

La muerte de Elisa desató una marea blanca en el centro de la ciudad de Saltillo, familiares y amigos se reunieron el 8 de enero de 2009, día en que estaría cumpliendo 26 años, la  protesta por su asesinato cruzó las fronteras y se logró que un enviado de la entonces PGR (Procuraduría General de la República) viajara a Filipinas a investigar. Las cenizas de Elisa tardaron un mes en regresar a casa y desde entonces reposan en un nicho en su ciudad.

 

Tras una década sin Elisa, su madre, Tita Gutiérrez escribió un libro que le permitió redefinir su muerte; “Tres Océanos”, la misma cantidad de mares que su hija cruzó para volver con ella. Llorar junto a las madres de los desaparecidos se volvió su propio grito y reclamo por la justicia que nunca llegó.

 

Hace un año, la artista plástica Daniela Elidet pintó el rostro de Elisa, junto al de Seymar Soto una joven asesinada por su novio en Torreón, ambos enmarcados por el color violeta representando la lucha feminista para visibilizar la violencia de género.

 

Silvia Ortíz de Sánchez Viesca

5 de Noviembre de 2004, Torreón, Coah.- A las 8 de la noche “Fanny”, Silvia Stepahnie Sánchez- Viesca Ortíz fue vista por última vez. Usaba el uniforme escolar, un pantalón gris y la playera con el escudo del Colegio Español y su mochila de conejo. Tomaría un camión de ruta en la calle 28 y Matamoros, tenía 16 años cuando desapareció y su madre, Silvia Ortiz de Sánchez-Viesca aún sigue buscándola.

 

 

Seis meses antes de que desapareciera, Fanny había dicho a su madre que en las calles cercanas a su domicilio le tomaron fotos desde un auto; días después de que ya no regresara a casa, un mensaje anónimo dejado en la caja de un restaurante donde sus padres solicitaban ayuda para su búsqueda les informó que había sido llevada a Matamoros, Tamaulipas para trabajar en un table dance con lo que la investigación apuntó hacia la trata de personas.

 

Sus padres, recibieron datos de que la investigación había sido desviada hacia ese punto, para ocultar otra línea de investigación: que la joven había sido secuestrado por un narcotraficante; la pesadilla construyó historias de noviazgo con un jefe criminal, dar a luz a su hijo en los Estados Unidos, fotos donde alguien muy parecida a Fanny acompañaba como pareja a Heriberto Lazcano.

 

Silvia Ortiz tomó su dolor y desesperación ante la opacidad y falta de voluntad de las autoridades y fundó el Grupo Vida, dedicado a la búsqueda de las personas desaparecidas. Finalmente seis personas relacionadas con la desaparición de su hija habían sido asesinadas y de Fanny no se sabía nada.

 

En noviembre de 2020, al manifestarse de nueva cuenta en la Ciudad de México por la desaparición de su hija, Silvia Ortiz recibió una esperanza. La ex titular de la Fiscalía Especializada en Delitos de Violencia en Contra de las Mujeres y Trata de Personas, Alicia Pérez Duarte, dijo que cuando estuvo al frente de este organismo, Fanny fue localizada en los Estados Unidos pero que el entonces titular de la PGR Eduardo Medina Mora, había ordenado que se abortara esa investigación.

 

Sandra de Luna

11 de julio de 2006, Castaños, Coahuila.- En los bares El Pérsico y La Playa, en la zona de tolerancia, un grupo de soldados del 14 Regimiento Motorizado atacaron sexualmente a 14 mujeres. Los testimonios de las violaciones tumultuarias, las vejaciones, los simulacros de fusilamiento, fueron escuchadas por la abogada Sandra de Luna, en ese entonces abogada auxiliar del Ministerio Público que llevó a 8 soldados de los 20 soldados involucrados a juicio por este delito.

 

 

La abogada anticipó los temores de los sectores sociales y políticos de que en la entidad no se haría justicia al no condenar a todos y cada uno de los responsables.  Como directora del Centro de Orientación y Protección a Víctimas de Violencia Intrafamiliar se reconoció su labor jurídica en la defensa de sexoservidoras de Castaños y posteriormente fue nombrada directora general de la Red Nacional de Refugios para Mujeres y niños maltratados.

 

Sandra de Luna González denunció que las víctimas eran intimidadas por desconocidos, escuchó los detalles de las víctimas abusadas por seis o más hombres, de la captura y liberación, de la fuga de los implicados; acompañó a la víctima de violación que dio a luz a una bebé producto de la misma.

 

Ella misma fue acusada de pagar porque las víctimas acusaran a los detenidos, viajó diez kilómetros de su trayecto diario a los juzgados custodiada, enfrentó los privilegios castrenses de los acusados y luego vió como la justicia les falló a las víctimas.

 

Este año, se cumplirán quince de la tragedia en el Pérsico, tragedia que marcó la vida de 14 mujeres, del bar no quedan mas que ruinas de un edificio blanco, feo y achaparrado con techo de lámina que se volvió el marco de un ataque brutal. Tres de los ocho militares finalmente acusados están en prisión. El resto, absuelto o prófugos de la injusticia.

 

Sus tres muertes

Marisela Escobedo Ortiz

16 de diciembre de 2010, Chihuahua, Chih.- Marisela Escobedo Ortiz fue asesinada frente al Palacio de Justicia de Chihuahua mientras protestaba porque Sergio Barraza, el asesino confeso de su hija Rubí se encontraba libre a pesar de revelar su homicidio, indicar donde había quemado y sepultado el cuerpo además de pedir perdón por lo que había hecho durante uno de los primeros juicios orales realizados en el estado.

 

 

Rubí Marisol tenía 16 años cuando fue asesinada por su pareja, la misma edad que tenía su madre cuando ingresó a la Universidad Autónoma de Piedras Negras (UAPN) en donde cursó la carrera de Enfermería y Obstetricia de 1974 a 1977. Datos proporcionados por la institución refieren que Marisela Escobedo observó en su vida escolar una conducta intachable y que por el tiempo, ya no hay maestros en servicio que pudieran hablar de su paso por la institución.

 

La casa donde vivió con sus padres, en la avenida Román Cepeda número 712 se encuentra abandonada, sus compañeras de estudios tendrán más de 60 años y si ella viviera, seguramente continuaría buscando justicia.

 

En 2008, cuando su hija desapareció en Ciudad Juárez, la ciudad a donde se mudó al obtener una plaza en el sistema de salud, los feminicidios, las llamadas Muertas de Juárez, habían encendido los focos de alerta llamando la atención de todo el país y el sur de los Estados Unidos. Juárez era conocida como una fosa abierta en el desierto y una ciudad en donde las mujeres desaparecen impunemente.

Recientemente un documental en Netflix, una de las plataformas de streaming más populares, exhibió el documental con su vida titulado las Tres Muertes de Marisela Escobedo; la primera cuando asesinaron a su hija, la segunda cuando liberan a su asesino y la tercera, cuando en diciembre de 2010 le dieron un balazo en la cabeza que terminó con su vida.