Casas en ruinas, otras con nuevos habitantes, convertidas en negocios o jardines de niños, guardan en su interior historias de horror en las que se cometieron crímenes atroces
Jessica Rosales
En algunas calles de Saltillo y Monclova existen viviendas que encierran historias estremecedoras, casas en las que se cometieron crímenes atroces con métodos particularmente crueles y cuyas paredes encierran los detalles de hechos espeluznantes.
Algunos de los responsables hoy purgan largas condenas, otros siguen prófugos de la justicia; aunque hay quienes pagan su deuda en el más allá.
Desde la perspectiva de la cobertura, periodística cuatro reporteros de la nota roja comparten detalles asombrosos de varios casos, los cuales se suman a los resultados de las investigaciones de la Procuraduría General del estado, hoy Fiscalía.
Ishtar, una historia de impunidad
El tres de abril de 2001 marcó la historia de la entonces Escuela de Ciencias de la Comunicación, hoy facultad. Una estudiante de sexto semestre vio truncos sus sueños. Ese día, Ishtar Liz Bautista Breindeinstein, fue encontrada muerta recostada en su cama, sin zapatos, con una toalla sobre su cuello.
La casa ubicada en la esquina de los cruces Alejandro Humboldt y Alfonso Montesinos fue escenario de un hecho atroz. De acuerdo con las investigaciones un joven de 18 años, José Alberto Mendoza Gamboa la estranguló por negarse a tener relaciones sexuales. Una noche antes Ishtar recibió en su casa a cinco compañeros de clase para hacer un trabajo en equipo, dos mujeres y tres hombres.
El homicida alegó que se trató de un accidente, un golpe, pese a que la evidencia apuntaba a un asesinato violento, un estrangulamiento, en ese entonces no estaba tipificado el feminicidio.
Cometiendo un grave error el juez Sergio Tamez resolvió homicidio culposo y le otorgó libertad bajo fianza con 120 mil pesos. El caso fue canalizado a otro juez letrado que rectificó la sentencia y declaró homicidio doloso, pero era demasiado tarde, el asesino había huido, se dice que, a Estados Unidos o Canadá, y cumple ya 23 años prófugo.
“Ishtar era originaria de Aguascalientes, era una joven muy atractiva y su muerte conmocionó a la comunidad estudiantil. Sus compañeros que la vieron por última vez, algunos de ellos quienes encontraron su cuerpo, quedaron impactados con los hechos”, expone el periodista Christyan Estrada.
“La Güera” que mató a sus hijos
La casona de la calle de Múzquiz y General Cepeda fue escenario de un terrible asesinato en marzo de 2009. El infanticidio ocurrido en la casa marcada con el número 9106 estremeció a la sociedad por la forma en que se suscitó.
Después de 15 años del suceso la casa sigue en ruinas, aún se percibe el dolor y sufrimiento en la estructura ya desgastada. Rocío Hernández de 25 años abordo de un taxi fue a la farmacia presuntamente para comprar veneno para ratas, pero la encontró cerrada. En su lugar acudió a una gasolinera y llenó un pequeño tambo.
Al llegar a su casa de madrugada, sus hijos, Fátima de 5 años y Saúl de 11, estaban dormidos en sus camas, los roció de gasolina y les prendió fuego, luego ella hizo lo mismo. La niña murió al instante, su hermano en el hospital y Rocío un día después, alcanzó a confesar su crimen.
De acuerdo con la investigación “La güera” tuvo una pelea con su pareja sentimental y en un momento de rabia y enojo, quiso desquitar con sus hijos para luego atentar contra su vida. No pagó su crimen en el mundo terrenal.
El periodista Ulises Martínez comparte que recientemente después de una década y media, se reportó un hecho, en apariencia una ejecución, pero no era eso, se trataba de otro suicidio, un indigente se había cortado el miembro y murió desangrado. “Se dice que era la pareja de Rocío y padre de los niños, quien después de ese hecho enloqueció y quedó en situación de calle, probablemente atormentado por la forma en que mataron a sus hijos”, relata.
La viuda negra se vuelve a casar
El 19 de enero de 2016 la notaría pública 34 quedó de luto, el fedatario Raúl Alton Garza fue encontrado enterrado en el patio de su casa ubicada en la calle Héctor de la Fuente 1501 del fraccionamiento residencial Bugambilias del municipio de Monclova. La investigación determinó que lo habían matado tres días antes.
Su esposa, Rosa Nelly Luna Cisneros, fue quien perpetró el homicidio. La evidencia señala que violentaba a su pareja y padre de su hijo, por celos, física y emocionalmente. Aunque se iban a divorciar, decidieron arreglar su situación sentimental y el 16 de enero ella lo invitó a comer pizza y pastel.
Ahí, Raúl fue víctima de tormento, fue drogado y torturado. Según la necropsia presentaba 20 golpes en cara, cuello, brazos, abdomen, muslos y partes íntimas. En el patio se encontró el martillo y una chicharra con la que había sido agredido. Ella misma reportó el cuerpo enterrado, pero culpó a dos hombres que, dijo, entraron a su casa a cometer el hecho, pero no se encontró evidencia de eso. Fue condenada a 35 años de prisión.
“A la fecha y pese a la evidencia insiste en que es inocente, incluso no muestra dolor o remordimiento en las audiencias”, así lo expone el periodista Joel Barrera quien, agrega, la monclovense volvió a contraer matrimonio desde el penal de Saltillo donde se encuentra recluida.
El 8 de junio de 2019 Rosa Nelly se casó de nuevo con Marco Antonio a quien conoció cuando él visita a su hermana acusada de secuestro.
La asesina del sable
Frente a la secundaria Humberto Elizalde y la escuela Coahuila, en la calle De la Fuente de la zona centro de Saltillo, un hombre y su madre anciana fueron asesinados brutalmente por Yesenia.
La joven con meses de embarazo acudió a una cita con Enrique, aparentemente acordaron establecer relaciones íntimas, el juego sexual consistía en atarlo a la cama, pero no imaginó que fuera la antesala de su muerte, Yesenia comenzó a torturarlo y a quemar sus genitales.
La madre de Enrique, aunque vivía unas casas adelante, llegó a estacionar su auto y se encontró con esa escena e intentó rescatarlo, pero Yesenia la atacó con un sable le cortó sus manos y le abrió el pecho, todo frente a su hijo. Les prendió fuego y salió de la casa, luego llegó a un estanquillo a comprar chicles.
De acuerdo con la investigación Yesenia habría sido violada por Enrique y quiso cobrar venganza. El sable que usó era un artefacto de colección de la víctima.
“Era un sable que estaba colgado en la casa, porque a la víctima le gustaba la cultura oriental. Ese crimen se resolvió por un estudiante de la Policía de Investigación, quien descubrió una bolsa de botana que dejaron de evidencia, porque la línea que seguía la autoridad era otra”, señala el periodista Francisco Valdés.
El migrante asesino
El primero de octubre de 2009, la casa con el número 598 de la calle Victoria en pleno centro histórico fue el escenario de un crimen atroz. Reyes Ardón Alfaro apuñaló a la comerciante Perla Judith Quintero y dejó gravemente lesionada a la empleada doméstica Leslie Flores.
El migrante de origen hondureño hacía trabajos de pintura en la vivienda y perpetró el homicidio, cuya evidencia fue una huella de su zapato al lado del cuerpo ensangrentado, testigos que observaron su ataque a la empleada en la terraza desde otros edificios y el testimonio de la sobreviviente a quien le propinó 37 puñaladas.
Con cicatrices en rostro y cuerpo, producto de la agresión, Leslie Flores ofreció una entrevista en abril del 2011 en la que relató la lucha de la Diócesis de Saltillo en defensa del homicida. “El padre Pedro Pantoja me dijo que me retractara porque si no me iba a ir al infierno, pero todo lo que dije es verdad, yo lo vi y él fue quien me atacó”, expresó.
Reyes Ardón fue condenado a 44 años de cárcel, y aunque en un principio confesó su crimen y el señalamiento directo de la sobreviviente, hoy asegura que es inocente.
Lo que la gente cuenta
Las casas que fueron escenario de estos aterradores sucesos siguen emitiendo sentimientos de dolor y generando emociones entre quienes habitan a sus alrededores, pues vecinos de algunas de ellas cuentan que pueden percibirse las energías de quienes murieron ahí.
La señora Rosy relata que en el Jardín de Niños que se construyó en la casa de la calle De la Fuente, las maestras sienten que les tocan el brazo y los objetos se mueven de lugar.
“En esos años mi mamá vivía aquí a lado de donde se cometió el asesinato, ella estaba muy enferma, pero nos platicó toda la historia, le preguntamos que ella cómo sabía y nos dijo que ella vio todo, no nos explicamos cómo pudo ser”.
Dice que hay muchas dudas entre quienes viven en el sector, pues conocieron a Doña Lucha y a Enrique, madre e hija, y a los abuelos de este, y jamás imaginaron que hubiera una historia terrorífica detrás.
“Dicen que ella andaba con él y que a Enrique le encontraron revistas para adultos. Yo pienso que su mamá estuvo a la hora y en el lugar equivocado. Hay quienes dicen que ven a Enrique en la puerta parado, porque acostumbraba a hacer eso luego de hacer ejercicio en su casa. Yo por las noches escucho cosas que se arrastran, pues vivo a lado”, comenta.
Lo mismo relata el comerciante Sergio González quien desde hace cinco años instaló un negocio en una parte de la casa de Victoria. “Es el fantasma, las cosas se mueven de lugar, se siente una presencia”.
Originario de la Ciudad de México explica que llegó a Saltillo hace cinco años y poco conoce de la historia espeluznante que encierra esa vivienda, pero asegura que perciben energías de alguien que murió en el lugar.