Devoción a la Virgen de Guadalupe, cuestión de arraigo y fe

LESLIE DELGADO

Desde hace más de 30 años,  la familia Burciaga realiza cada 12 de diciembre una reliquia en honor a la Virgen de Guadalupe a raíz de una promesa o de una manda para agradecer los milagros y peticiones concedidas.

A decir de la señora Angélica Burciaga, esta devoción a la ‘Morenita del Tepeyac’ surgió desde que era una niña, es por eso que al exterior de su vivienda ofrece comida y una danza de matlachines para celebrar este día.  

Mientras que el Santuario de Guadalupe totalmente abarrotado desde temprana hora por cientos de saltillenses que ya sea solos o en familia acudieron a darle gracias por el don de la vida, entre otras bendiciones.

En las paredes del templo neogótico resonó fuertemente “Desde el cielo una hermosa mañana”. La morenita del Tepeyac recibió a sus hijos una vez más; al pie de su altar se formó un jardín por tantas flores que le llevaron, rebosan las rosas blancas y rojas, también los claveles y follajes. 

En 1666 se solicitó fiesta y misa propia para Nuestra Señora de Guadalupe y la traslación de la fecha de la fiesta del 8 de septiembre al 12 de diciembre, última fecha en que según la religión católica,  la virgen se le apareció a Juan Diego.

Fue durante el pontificado de Benedicto 16 que la congregación de ritos confirmó el valor auténtico de las apariciones y concedió la celebración de misa y oficio propios para el día 12 de diciembre. El 12 de octubre de 1895 la Virgen de Guadalupe fue coronada canónicamente en México. En 1910 el papa Pío 10  la nombró patrona de América y Pío 12  la llamó “Emperatriz de las Américas” en 1945.