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“Viajé 4 mil kilómetros con mi bebé hacia el sueño americano”

Mario González

Mario González

29 de Enero 2018
Testimonio de una madre migrante

Por: David González

Con la fe como su escudo y su hijo como su fuerza, Julissa García, de tan sólo 20 años llegó a Saltillo a tomar un descanso después de realizar un viaje de más de 4 mil kilómetros desde Honduras, país del que salió huyendo para no ser asesinados por las pandillas que azotan a Sudamérica.

Con sólo una bolsa como pañalera, y su hijo de un año cargado en brazos, emprendió su largo viaje desde octubre del año pasado en una decisión que tuvo que tomar en minutos para dejar el violento sector donde vivía luego de ser amenazada de muerte por “Las Maras”.

“Me salí de mi casa con el papá de mi hijo ya que recibimos una visita de La Mara, querían obligar a mi pareja a trabajar con las pandillas y al negarse, nos dieron sólo unos minutos para abandonar mi hogar sino seríamos asesinados”, contó.

Tuvimos que vender nuestras cosas, algunas terneras que teníamos y sacamos dinero del banco para poder hacer el viaje los tres con la esperanza de llegar a Estados Unidos.

Julissa confió que para esta travesía han gastado 21 mil lempiras, es decir, que en moneda nacional serían más de 16 mil pesos.

“No le dijimos a nadie sino hasta que dejamos Honduras, ya internados en México le llamamos a mis papás que nada sabían y con el fin de que nos les hicieran daño”, relata.

Contó que su pareja ya alcanzó la frontera, mientras ella con su hijo pequeño tiene que hacer paradas en diferentes puntos, como en este caso la casa Belén de Saltillo, para tomar fuerzas y que su hijo no se le enferme por el largo trayecto y las condiciones tan precarias en que viajan.

Confesó que ella no tuvo que viajar en “La bestia” sino que toda su travesía la ha hecho por autobús donde no ha tenido hasta el momento malas experiencias.

“Gracias a Dios me fue bien porque nunca me vine en tren, sino en autobús y nunca pasé hambre, sueño ni frío y tampoco fui asaltada como muchos compañeros migrantes”, comenta.

Relató que al encontrarse con otras mujeres jóvenes como ella e incluso con hijos, pudo conocer por voz de las afectadas que a diferencia de ella, la mayoría de las migrantes fueron violadas, robadas y golpeadas en el camino.

“Es una experiencia muy fea que no se le desea a nadie y que gracias a Dios no tuve que pasar hasta ahora y lo que sigue es continuar mi recorrido”, dice.

Julissa señaló que permanecerá lo que resta del invierno en la Casa de Migrante para no exponerse a las ondas gélidas que hay en la zona norte del país y la Unión Americana y que será hasta Abril cuando pueda estar ya del otro lado de la frontera.

Mencionó que si bien tiene dos tíos en Estados Unidos, el plan que ella, su hijo y su pareja tienen es empezar de cero y comenzar una nueva vida sin la ayuda de nadie.

Lo primero que vamos a hacer es buscar trabajo para hacer algo de dinero y enviarlo a Honduras y luego poner nuestra casa y negocio en Estados Unidos.

La joven madre migrante dijo que no le teme a las políticas de deportación del presidente norteamericano Donald Trump y se dijo segura que alcanzará el sueño americano.

“A las mujeres de mi país y otros que están en la desgracia por las pandillas, la violencia y la inseguridad, les digo que sean valientes, que no se desalienten por cualquier palabra que escuchen, porque cuando Dios quiere, los planes salen bien, lo digo por experiencia y no deben darse por vencidas” concluyó.