Desierto y memoria

CYNTIA MONCADA

Para Chuy Salas

Siempre he pensado que después de que la muerte te derrumba un cimiento, los duelos a partir de entonces vuelven a remover las heridas, como si todos tus muertos se levantaran para dar la bienvenida al nuevo difunto al panteón de tus afectos.  Así sentí la noticia de la muerte de Jesús Salas (Saltillo, Coahuila, 1984).Era domingo (“las peores cosas ocurren en domingo, porque es cuando dios descansa”, dicen) y la lluvia que ya empieza a anunciar el final del verano se sintió como un escalofrío. Pensé en los proyectos que compartimos, en los brindis con vodka, en su hotcakes, pero sobre todo en el desierto, en su capacidad para descubrir, rescatar y encontrar el hilo conductor de los sabores, la tradición y las historias que lo habitan.

Durante las últimas dos décadas Chuy realizó un trabajo incansable como promotor cultural e historiador, de los que dejó en parte testimonio en libros como “Para Sarapes los Míos”, “Sabores del Desierto: la Alimentación Prehispánica de Saltillo” y “Saltillo de mis Sabores: Apuntes de la Cocina Tradicional”. 

Hace tiempo que nuestras vidas no coincidían, pero nos seguimos siempre en la distancia, es imposible romper lazos de alguien como él, sus abrazos eran capaces de juntar cualquier brecha de tiempo y distancia. La última vez me contó de su tesis doctoral sobre la carne asada,, hablamos de las peripecias para escarbar historias, de música y de Sonido Mazter. Siempre recordaré la manera en la que me miraba cuando le contaba algo, mientras él escudriñaba en su cabeza recomendaciones de lecturas, lugares o personas. 

El trabajo que hizo al impulsar, rescatar y documentar la gastronomía regional y su acompañamiento a las Cocineras Tradicionales es ya un legado invaluable que suma al reconocimiento de la enorme riqueza gastronómica que tiene nuestro estado.

En el 2010, Chuy preparaba el documental “El Señor Carranza”, y –si mal no recuerdo– yo le ayudaba con algunas cosas del guión, en él, la gran Isaura Mendoza daba voz a algunos fragmentos de la biografía que escribió Francisco L. Urquizo, hoy me encontré con uno de esos fragmentos y me resulta inevitable no encontrar a Chuy entre líneas: 

Sólo de lejos apreciamos la grandeza del mar, cuando nuestra vista puede volar por

 encima de las olas encrespadas del océano. 

Sólo sin nubes bajas podemos observar el azul purísimo del cielo.

La montaña altiva sólo se aprecia en su total grandeza, a la distancia.

Los que nos quedamos hoy tenemos la fortuna de apreciar la grandeza de Jesús Salas, el amigo, el aliado, el promotor cultural y el historiador que deja un legado que seguro permeará en futuras generaciones. Vuela alto, Chuy, nos volveremos a encontrar.