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¿Puede un pasatiempo convertirse en algo serio? (Y 5 ejemplos)

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20 de Agosto 2018
Estos chicos creyeron que sí, y ahora incluso viven de ella

POR CARLOS TOMASINI

Hace unos años, los hobbies solían ser parte del tiempo libre, pero hoy pueden ser la profesión de quien decida practicarlos.

Las mamás que regañaban a sus pequeños por “perder el tiempo” en la patineta o jugando “maquinitas”, en la actualidad pueden estar orgullosas de los logros profesionales de sus hijos que, además, podrían poner en alto el nombre de México.

Hoy, una persona puede vivir de la actividad que más le apasione, aunque eso sí, siempre dedicándole tiempo y esfuerzo, lo cual es sencillo si en verdad hace lo que ama.

Aquí presentamos algunos ejemplos de jóvenes que se dedican a su pasión de siempre y que, además, les ha ido muy bien.

Ya no es rarito

Max Barrera lleva 30 años sobre una patineta; no se ha bajado desde que tenía 8, cuando patinar no era considerado un deporte. Hoy trabaja para la empresa Vans en México (con un cargo que se llama Action Sport Team Manager), con el fin de encabezar un equipo de 14 jóvenes patinadores que la marca apoya con sueldos, viajes y hasta fisioterapias.

Cuando Max empezó a patinar, en el país no existía nada similar, pero salió al extranjero con el propósito de desarrollar una carrera y ver qué se estaba haciendo en otras partes del mundo; hoy es uno de los pioneros y principales impulsores de ese deporte en México, al que ha representado en, por ejemplo, cuatro ediciones de X Games.

En esos mismos años, el skateboarding en México, de ser una actividad que se realizaba en las calles, bajopuentes o cualquier tipo de espacio improvisado y hasta clandestino pasó a practicarse en pistas especialmente diseñadas para ello, y en donde hasta se imparten clases con el objetivo de aprenderlo.

Actualmente, se calcula que en México hay alrededor de medio millón de personas que practican el skateboarding y que existen unos 150 skateparksdistribuidos en diferentes ciudades del país, muchos de ellos construidos con dinero de los gobiernos locales.

“Los skaters pasamos de ser los raritos a ser los populares, y hoy los chavos no solamente quieren patear un balón, sino hacer algo diferente”, comenta Max.

En sus orígenes, la patineta era un símbolo de rebeldía y una actividad que se practicaba únicamente por diversión; sin embargo, con el tiempo se organizaron diferentes competencias mundiales y, durante el 2020, será un deporte olímpico.

De esa manera, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se reunirán los mejores 40 skaters (20 hombres y 20 mujeres) que competirán con la finalidad de ganar las primeras medallas olímpicas en esta actividad que nació a finales de los años 50 en California, para los surfistas que buscaban pasar el rato en los días que no había olas, y que tuvo un importante resurgimiento en la década de los 70.

Sobre las olas

Precisamente el surf es otro deporte que será olímpico en 2020, y aunque México es escenario de importantes competencias de esa disciplina, hay pocos mexicanos que han trascendido en ella, como Jhony Corzo.

Originario de Puerto Escondido, Oaxaca, nació hace 19 años en una familia de surfistas. Su papá es su coach, el de sus hermanos (Jimel y Angelo, que han tenido importantes participaciones a nivel internacional) y el de la selección mexicana de surf.

En 2017, Jhonatan Enrique Prewitt Corzo (el otro es su nombre de surfista), se convirtió en el primer deportista mexicano en consagrarse como campeón mundial en los World Surfing Games, realizado en Biarritz, Francia.

Gracias a eso, hoy es una de las máximas figuras del surf en México; ya tiene patrocinios importantes a nivel internacional y participa en campañas como la de “Raza de Bronce” de la cerveza Victoria en México.

Para él, su pasión por el surf pasó de ser un pasatiempo a una profesión, y no se cansa de declarar que tiene la mira puesta en representar a México dentro de dos años en Tokio.

Por lo pronto, en México el surf no está entre los deportes más populares y tampoco es una gran industria millonaria, como sí lo es en países como Australia, Japón, Francia, Brasil o Estados Unidos, pero seguramente voltearán a mirarlo cuando Jhony tenga un papel relevante en Tokio y, por qué no, gane una medalla olímpica.

Luchón

Otra actividad que se ha discutido si puede ser olímpica o no son los videojuegos. Sí, quienes practican juegos como el FIFA podrían formar parte de las delegaciones nacionales que participen en las próximas justas deportivas de Francia o Los Ángeles.

El Comité Olímpico Internacional ha dejado ver esa posibilidad, sin embargo, únicamente para videojuegos relacionados con deportes, por lo que otros muy populares, como los de lucha o guerra quedarían fuera.

Eso relegaría de los Juegos Olímpicos a Leonardo MkLeo López Pérez, un mexiquense de 16 años, pero no borraría su más importante récord: es el actual número uno del ranking mundial de mejores jugadores de Super Smash Bros for Wii U, una saga de juegos de lucha distribuida por Nintendo que es una de las más populares a nivel global y que ha vendido más de 23 millones de unidades.

MkLeo ha tenido grandes actuaciones en importantes competencias de esta actividad, como los CEO 2018, Midwest Mayhem 11 y EVO Japan 2018.

“Seguiré trabajando en mi carrera en Ultimate, y estoy emocionado por seguir jugando”, escribió hace unos días en su cuenta de Twitter este joven que empezó a jugar desde hace varios años y que llegó al nivel competitivo gracias al apoyo de su hermano.

Más que un disfraz

Otros que jamás competirán en unos Juegos Olímpicos, aunque ya son campeones del mundo, son Eduardo Peralta y Luis Suárez, quienes hace unos días ganaron en Japón el campeonato mundial de algo que pocos apoyan pero tiene una gran cantidad de fans en México: el cosplay.

Esta actividad, en la que las personas se disfrazan de personajes que pueden provenir de fuentes como cómics, películas, libros, anime, manga o videojuegos, tiene diversas competencias, como el World Cosplay Summit 2018, el cual se realizó en Nagoya.

Allí, estos mexicanos se llevaron el primer lugar con la representación de una pelea inspirada en Chun-li y Dhalsim, dos de los personajes del videojuego clásico Street Fighter II. Esto les dio 50.7 % de los votos del público, muy por encima del 13.1 % del equipo francés que quedó en segundo lugar.

Estos cosplayers mexicanos, mejor conocidos como los Banana Cospboys, compitieron contra 36 equipos provenientes de países como Alemania, Tailandia y Brasil, concursando también en pruebas de vestuario, estilo y presentación del personaje.

Ambos son originarios de Cancún, ciudad en la que, curiosamente, el cosplay es una actividad muy popular entre los jóvenes.

Escalando sus sueños

Convertir una pasión en una profesión es algo posible si se tiene la mente puesta en ello. Un ejemplo es Sebas Maya, colombiano de nacimiento que vive en México desde 2004, cuando tenía 15 años.

Nacido en una familia de aventureros, desde los 9 años se dedicó a escalar, disciplina en la que empezó a competir desde los 11 y en la que tuvo importantes logros.

Estudió la carrera de Diseño, y aunque atravesó una etapa en la que se alejó de la escalada, supo que sería su pasión y quería dedicarse de lleno a ella.

En 2012 fundó una agencia de viajes de aventura con actividades como surf, bici de montaña y senderismo, pero su fuerte siempre fue la montaña y la escalada.

Por eso, en 2016 empezó a formar parte de los guías de montaña de una de las agencias más importantes que se dedican a eso en México, sin embargo, pronto se dio cuenta de que, así, ayudaba a otros a cumplir sus sueños y objetivos, pero no los suyos.

Entonces regresó a las competencias y al entrenamiento, por lo que hoy es uno de los escaladores más fuertes del país.

Su trabajo constante es el secreto de su éxito, además de que él mismo se ha dedicado a producir sus propios videos para las redes sociales, donde es muy activo y hoy tiene un importante número de seguidores.

Toda esa labor lo ha llevado a tener patrocinadores y a dedicarse de lleno a esta actividad, para la cual tiene su propia empresa y, si bien ya tiene muchos años de experiencia, todavía le queda mucho futuro.

Así que todos estos casos dejan en claro una cosa: las personas pueden dedicarse a lo que les gusta y destacar. Y hay algo todavía mejor: pueden vivir de ello.