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Ya basta de descalificaciones

Foto: Especial

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15 de Febrero 2019

15 de Febrero de 2019

Por: Luis Guillermo Hernández Aranda

Se corrompen las personas o las instituciones. Sin duda la respuesta es obvia: son las personas las que fallamos. Por eso no se puede estigmatizar ni caer en generalizaciones. Andrés Manuel López Obrador se equivoca en descalificar a los organismos autónomos. Las instituciones creadas en los últimos 25 años han fortalecido nuestra democracia.

Gracias a estos organismos autónomos los ciudadanos se han sumado con sus propuestas y han contribuido para construir un mejor país. La libertad que hoy gozamos, la transparencia en el gobierno, la rendición de cuentas, son acciones que simplemente antes de 1988 no existían y que fueron espacios ganados por la sociedad civil.

Es importante recordar que un país sin participación de la sociedad es un país débil. Un gobierno sin exigencia ciudadana tenderá a ser ineficiente. Hoy más que nunca, la participación de los ciudadanos es de vital importancia para encontrar el rumbo y sobre todo detener los excesos: los contrapesos siempre son necesarios.

La participación ciudadana en las acciones de gobierno cada vez es más importantes para que el discurso de la gobernanza se lleve a la práctica y no quede sólo en palabras de los políticos en turno. Al respecto el sacerdote italiano Luigui Ciotti, fundador de la plataforma antimafia Libera (integrada por mil 500 asociaciones civiles) destacó en varios de sus textos lo que él llama sociedad responsable, la cual es aquella que participa de manera activa como un ente vigilante y propositivo frente a las instituciones del Estado.

En México como país, así como en cada una de sus ciudades, históricamente la población no tiene muy desarrollados el activismo cívico y la conciencia ciudadana. Las personas prefieren no meterse en asuntos de interés colectivo, excepto cuando se les afecta sus intereses personales o familiares.

Insisto por desgracia se tiene la concepción errónea que la participación ciudadana se limita al hecho de acudir a las urnas y votar por un determinado candidato. Douglas Lummis en su texto Radical Democracy nos plantea que “la democracia no es ningún arreglo particular entre instituciones políticas y económicas. La democracia no es un ‘sistema’ sino un proyecto histórico que la gente (no los partidos) manifiesta luchando por él”.

Paradójicamente sin el INE, antes IFE, Andrés Manuel no hubiera llegado a la presidencia de la República y seguramente tampoco hubiéramos experimentado la alternancia.

El presidente López Obrador no puede decir que todo está mal y menos sin pruebas. Si hay casos de corrupción e organismos autónomos se debe castigar a los culpables pero no podemos desaparecer institutos teniendo como justificación el discurso y buscar sólo organismos a modo porque eso sería regresar al PRI de los 70 ese que desde 1988 la sociedad mexicana votó para que se fuera.

@lharanda