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Trabajo y estudio

Foto Especial

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26 de Septiembre 2019

HUGO DÍAZ AGUILERA

En la labor paralela que realizo al periodismo frecuentemente escucho la frase “trabajo y estudio”, la hacen tanto varones como mujeres jóvenes. En su defecto padres de familia que orgullosos exclaman “mi hijo (a) estudia y trabaja.

Bien valdría preguntarse si un padre debe estar orgulloso de un hijo en esa situación pues de alguna u otra forma, hablando exclusivamente de jóvenes de educación media superior, el hecho de que el estudiante trabaje deja en entredicho el compromiso por cumplir de los padres para darles techo, abrigo, comida y escuela.

Veamos cuales son las posibles causas que llevan a un joven entre 15 y 18 años de edad a trabajar cuando está estudiando. Las dinámicas nos ofrecen que la mayoría de los chicos responden que lo hacen por gusto, es decir, para poder comprar la ropa que desean, el celular que quieren, para invitar a su pareja a salir, o en su defecto para traer dinero.

Aquí vale la pena retomar cómo es la vida del estudiante. Ésta es de sacrificio, es en muchos casos de carencias y sufrimiento en cuanto a bienes materiales se refiere, y por ningún motivo el chico debe desviar la atención que debe ser centrada 100 % en el trabajo escolar que le permita aprovechar mejor su escuela.

Desafortunadamente no son pocos los jóvenes que comienzan a trabajar al estar estudiando y pierden el interés por la escuela, pues comienzan a convivir con personas que tienen una visión de la vida muy distinta a la que debería tener un estudiante de preparatoria.

Y la situación empeora cuando el joven empoderado comienza a sentirse independiente y siente que porque gana dinero ya no hay nadie que le pueda imponer autoridad no solo en casa sino también en la escuela.

Veamos ahora al joven que trabaja por necesidad. Esta clase de chicos dicen trabajar por necesidad empujado por una de dos vertientes. La primera es que escuchó la discusión entre sus padres en los que se pone de manifiesto la precaria situación económica de la casa y por ello todos los problemas se ha acentuado, producto de ello el joven decide trabajar para “ayudar en la casa”.

La otra razón se da cuando alguno de los padres o ambos se lo piden directamente al hijo de que trabaje. Pero tanto en una como en otra circunstancia que lleve al estudiante a ponerse a trabajar no va a permitir que se concentre del todo en su trabajo escolar por una sencilla razón: el agotamiento físico.

Y es aquí cuando de nueva cuenta el rendimiento académico merma provocando que el estudiante repruebe y tenga que estar pagando para presentar exámenes de regularización o en su defecto cambiar de escuela, o peor aún… A desertar de la misma.

La recompensa por estudiar tarda los sacrificios son múltiples, pero una cosa es segura… la recompensa llega y lo hace acompañada de un futuro siempre promisorio.