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Por un mundo de mayor inclusión

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28 de Junio 2019

Por Luis Guillermo Hernández Aranda

Nunca nadie me dijo que ser papá fuera sencillo. Antes de que naciera mi primer hijo no me pude inscribir a una escuela que me preparara para ese rol, porque no existen. Sólo un amigo me advirtió: “nunca vas a volver a dormir”. Obviamente de recién nacido porque había que alimentarlo pero a medida que fuera creciendo las preocupaciones iban a ser otras: “ya cuando rebasan los 18 años sigues sin dormir porque esperas que lleguen bien de la fiesta”, me comentó.

El reto es difícil pero la complejidad aumenta cuando eres padre o madre de un niño con discapacidad. Como es mi caso. El círculo de amigos o familiares que puedan compartir sus experiencias se reduce al mínimo, en los primeros días vives con miedo a los diagnósticos de los médicos, y las terapias para darle una mayor calidad de vida se vuelven parte de tu cotidianeidad.

A las preocupaciones propias del día a día, de cumplir en el trabajo y de tener el dinero suficiente para cubrir las necesidades deben sumarse otra que muchas veces es más desgastante: luchar para que tu hij@ sea visto por los demás como alguien “normal”. Desde buscar una escuela que lo acepte, hasta que nadie lo vea raro en un restaurante, pero sobre todo lograr que los demás niños lo inviten a jugar.

Es muy doloroso ver la cara de tu niño triste cuando en una fiesta infantil o en espacios públicos no lo incluyen en sus actividades o peor cuando le hacen bullyng. Los pequeños son inocentes y muchas veces no se acercan porque ya fueron contaminados por los prejuicios de los papás quienes les dijeron, según ellos haciendo un bien, “no molestes a ese niño está malito”. Cuando la discapacidad no es una enfermedad.

Ese deseo de los pequeños con discapacidad de jugar como los demás y de ser incluidos, es la premisa que presenta el cortometraje animado “Ian”, el cual sin duda es una historia que nos movilizará y nos hará cambiar nuestros paradigmas.

Gracias a las redes sociales descubrí este cortometraje que ha ganado más de tres premios a la Mejor Animación y al Mejor Cortometraje, y ha sido seleccionado en más de veinte festivales. 

Ian narra la historia real de este niño de nueve años, con encefalopatía crónica no evolutiva (la cual influye en su movilidad y lenguaje). Bajo la producción de Gastón Gorali y Juan José Campanella, socios de la productora Mundo Loco, y la dirección de Abel Goldfarb, el film combina animación 3D y Stop Motion. Sus realizadores han dicho que el objetivo de este cortometraje es:

“Acercar la discapacidad a todos los niños, promover que tomen contacto con esta realidad, guiarlos en este proceso para que adquieran herramientas concretas y puedan ser personas solidarias, libres de prejuicios y futuros adultos preparados para una nueva cultura en la cual la inclusión sea protagonista”.

Un gran acierto de este corto es que no tiene diálogos para expresar los sentimientos de los niños, así que todo el mundo lo puede ver sin importar nacionalidad. Busque Ian en Youtube y en Facebook, es un corto de nueve minutos que le cambiará muchos paradigmas y sin duda le ayudará a generar una cultura de mayor inclusión. Sólo una advertencia: tenga un pañuelo desechable a lado porque tal vez se le podrá escapar una lágrima.

 

@lharanda