Enfoque

Por: Eduardo J. De La Peña

Ante la contingencia que se vivió durante días anteriores en varios estados a causa de incendios forestales, surgieron voces en la Cámara de Diputados pidiendo se le restituyan a la Comisión Nacional Forestal los fondos necesarios para hacer frente a los siniestros, pues en el presupuesto de egresos para este año la dependencia tuvo una disminución de más del treinta por ciento a comparación de 2018.

Con los incendios del fin de semana en la región, muy probablemente tengamos el tema esta misma semana en el Congreso local.

Sin necesidad de ir muy a fondo en el análisis, pronto llegaríamos a la conclusión de que la mayoría de las dependencias y programas tienen contemplado para este año un presupuesto menor. Las carencias están por todos lados, y no hay día en que  no surja una crisis en algún sector y la urgencia de que se reasignen fondos.

Al final del día todos estirando la misma cobija para cubrir lo suyo, pero con dificultad se hará entender al Presidente que deje de priorizar sus programas clientelares y atienda otras áreas.

Mientras esta sea la realidad, hay que explorar otras alternativas. Echar mano de la creatividad.

En Querétaro, para el rescate de la Sierra Gorda, respondiendo a perseverantes gestiones de asociaciones civiles, se estableció una cuota adicional en el pago de derechos vehiculares y lo recaudado se aplica a acciones de restablecimiento de bosques y pastizales, para dar también una mejor calidad de vida a las áreas urbanas de los alrededores.

Aquí en los derechos vehiculares ya hay una aportación para la Cruz Roja y otra adicional para fortalecimiento educativo  y seguridad; con el predial aportamos también para los bomberos, para el Centro Histórico, para protección civil y el DIF.

Impensable pues otras cargas adicionales para los contribuyentes.

Pero podría explorarse que quienes organizan eventos en la sierra de Arteaga y en los ejidos del sur de Saltillo, tengan que hacer una aportación en proporción al número de espectadores y participantes en sus eventos.

Como acotación. El incendio que se está combatiendo en San Juan de la Vaquería coincide precisamente con el sector en que ese mismo fin de semana hubo una  competencia de motocross.

Si hubiera una recaudación por esa vía, podría canalizarse a un esfuerzo regional de protección forestal, pues así como se requieren recursos para tener combatientes bien equipados, se necesitan también para programas de sanidad.

Los incendios son espectaculares y cuando ocurren estremecen a la sociedad, que se vuelca en donaciones de agua y víveres para los brigadistas,  y tras los siniestros se multiplican las jornadas de reforestación que congregan a decenas de voluntarios.

Pero hay otra amenaza incluso mayor para nuestros bosques, que comúnmente pasa imperceptible y no despierta sensibilidad social: las plagas.

En las partes bajas y medias de la mayoría de los cañones de la sierra de Arteaga avanza sin obstáculo alguno el heno motita, que poco a poco va asfixiando los árboles y termina matándolos. Su combate es caro y difícil.

La necesidad de recursos es en realidad permanente. Hay que buscar alternativas.