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Evo Morales: aciertos y errores de un líder popular

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19 de Noviembre 2019

Por Samuel Cortés Hamdan

México, 19 Nov (Notimex).- El 10 de noviembre la inestabilidad política escaló en Bolivia al punto de llevar a Evo Morales a renunciar a la presidencia de su país, entre presiones de distintos sectores, incluido el militar.

Lo que en principio se discutía si era o no un golpe de estado, pasados unos días ha revelado su talante autoritario, su transgresión del orden institucional, su imposición de un sector sin apoyo electoral, su represión de la protesta popular.

Al menos 23 personas han sido asesinadas y 715 han sido heridas “desde el inicio de la crisis institucional y política”, por represión en operaciones a cargo de las fuerzas armadas y la policía, de acuerdo con el recuento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En tanto, Jeanine Áñez tomó protesta como presidenta interina sin quórum en la asamblea y los líderes golpistas han llamado a imponer un evangelismo con visos de intolerancia sobre los símbolos bolivianos de pluriculturalidad: una declaración de intenciones de transformar la realidad política de Bolivia y descarrilar la herencia política de Evo Morales, hoy asilado en México.

Sin embargo, ¿cuáles son estos aciertos políticos alcanzados durante la gestión del presidente de origen aymara? ¿Qué conjunto de transformaciones buscan desmantelar los responsables del golpe? O bien, ¿qué errores cometió Morales durante su gestión? ¿Sus decisiones propiciaron esta inestabilidad, dieron lugar a un descontento radical?

Notimex conversó con tres especialistas en política latinoamericana para tratar de responder a estas preguntas.

Evo fue un presidente con alta dignidad: José Gandarilla

Para José Gandarilla, doctor en filosofía política por la UAM Iztapalapa, Evo Morales está lejos de ser un dictador, “como desde ciertas visiones se le quiso encasillar”.

“Desempeñó con alta dignidad su tarea, siendo el primer presidente perteneciente y representativo de los grupos indígenas de Bolivia. Ejerció un gobierno con múltiples aciertos; uno no menor: la estabilidad política, en una historia plagada de interrupciones del mandato constitucional”, señala el académico.

“En lo económico hubo estabilidad cambiaria y reducción de la pobreza. Más que errores habría que plantear el enorme reto que para este tipo de gobiernos progresistas significa combinar el nivel institucional y de ejercicio del gobierno sin ampliar las fricciones con diversos movimientos sociales”.

El dilema en la política de América Latina, pondera Gandarilla, sigue siendo cómo dar cabida a las demandas ciudadanas, los pueblos originarios, las comunidades, y lograr negociaciones con las exigencias para perpetuar el poder del capital corporativo multinacional. Una labor desafiante de conciliación.

MAS no supo generar nuevos liderazgos: Omar Núñez

Un problema central de la gestión de Evo Morales, estima Omar Núñez, investigador del Colegio de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la UNAM y de la UACM, fue que el Movimiento al Socialismo (MAS) no supo generar nuevos liderazgos, es decir “transferir la legitimidad del poder al interior para sustituir al líder histórico, tras el desgaste natural que significa gobernar tantos años”.

“De ahí que los intentos de reelección indefinida de Morales emergiesen como la solución a este problema: la necesidad de dar continuidad a una gestión cuya legitimidad social descansaba más en la figura de un líder que en el papel del partido”.

El gobierno encabezado por Morales no sólo invalidó los resultados del referéndum de 2016, que expresaba un 51 por ciento de rechazo del pueblo a una nueva postulación de Morales, sino que “abrió una brecha que posibilitó el fortalecimiento de una oposición de derecha activa y movilizada, capaz de ganar crecientes apoyos entre diversos sectores, incluyendo indígenas”, desarrolla Núñez.

Esta circunstancia dio lugar a cuestionamientos sobre la legitimidad de Morales y a acusaciones de que el gobierno del MAS estaba incurriendo “en una deriva autoritaria”.

Además, la mayor virtud del Movimiento al Socialismo, su horizontalidad y su pluralidad, jugó también como un factor de tensión desestabilizadora.

“Al ser un instrumento político de un cúmulo de movimientos sociales que operaban en función de intereses particulares (por lo que la competencia por incidir en las tomas de decisiones invevitablemente provoca tensiones), el MAS nunca actuó como un partido que institucionalizó la representación”, puntualiza Núñez.

La lucha de los sectores involucrados en el MAS por incidir en las orientaciones gubernamentales y del partido acompañaron siempre su historia, tensándola. “Por lo mismo, el MAS ha tenido problemas para actuar como un partido movilizador, organizador y concientizador”.

Sumado a esto, el gobierno no supo leer los cambios en los criterios de legitimación política operados en las juventudes bolivianas.

“Tras 14 años de evismo y, paradójicamente, producto del propio éxito de integración social del gobierno, hay una generación que no comulga con los valores de sus padres, quienes han apoyado a Evo Morales y el MAS”, considera el estudioso de la UACM.

“Esta generación de millenials son personas más educadas y formadas. Si bien reivindican sus orígenes étnicos, ellos se ven como sujetos cosmopolitas y tienden a ser más individualistas; de ahí que muchos de ellos se identificaran con Carlos Mesa”.

Sobre los aciertos de Morales, para Núñez también pesaron como causales del golpe. El gobierno del ahora asilado político posicionó el problema pluricultural de la nación en el centro de las acciones de estado.

“Ello es importante porque la historia de Bolivia está marcada por el racismo y la segregación. De hecho, el lugar simbólico se constata en estos días de dos maneras: la retirada y quema de la Whipala por parte de los opositores de derecha, circunstancia que constata el racismo internalizado; y las disculpas por parte del líder golpista por este hecho, y el uso del quechua por parte de militares y policías para comunicarse con los partidarios del depuesto presidente”.

Otro acierto de la gestión de Morales, es la indigenización del aparato público, “posibilitando un proceso de movilidad social y reconocimiento de sectores históricamente excluidos (o que ocupaban posiciones secundarias) al ocupar posiciones relevantes en la administración”, incluso con varios secretarios de estado de origen indígena.

“Es interesante reparar en que con el evismo se atestigua desde temprano un proceso de incorporación de jóvenes profesionales universitarios, muchos con estudios de posgrado, pero que —a diferencia de lo que sucedía en el pasado— reivindican sus orígenes étnicos”, contempla Núñez.

Con Morales el estado tomó la conducción de la economía: Javier Gámez

El maestro en Estudios latinoamericanos y doctor en Historia Javier Gámez, experto en movimientos populares, izquierda y movimientos indígenas de Latinoamérica, considera que a la región siempre la ha desafiado la discusión y construcción de sus modelos de desarrollo y democracia.

“En esa búsqueda, que inició después del proceso independentista en el siglo XIX, la llegada a la presidencia de Evo Morales en 2006 fue benéfica para los bolivianos”, expone.

“Su administración se apoyó en el fortalecimiento del Estado para dirigir la economía a través de un proyecto neodesarrollista, que no tiene nada que ver con un proyecto socialista o revolucionario, es decir, el proyecto se mantuvo en una economía de mercado”.

El eje fundamental y el más contundente acierto de su proyecto en lo político y lo económico fue la conducción de la economía por parte del Estado, además del establecimiento de derechos en favor de los diversos sectores sociales que componen a Bolivia. “Para ello, el régimen masista cambió la estructura legal al proclamar una nueva constitución en 2009, que fue la base de las transformaciones del nuevo estado plurinacional”.

“En términos económicos, sociales y políticos el nuevo estado sepultó al estado neoliberal, que se construyó entre 1993-2005”, percibe Gámez.

No obstante las cifras crecientes en calidad y esperanza de vida, el significativo desarrollo económico y el otorgamiento de derechos a distintos sectores bolivianos, la situación política fue tensa desde el primer periodo presidencial de Morales.

Esto “debido a que el modelo de crecimiento y en cierto sentido el desarrollo entró en contradicción con ciertos núcleos populares que fueron el apoyo político del proyecto masista, reflejado en críticas y oposiciones a ciertos proyectos”, matiza el académico.

Para ejemplificar, recuerda el proyecto de 2011 de construir una carretera en medio del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), con lo que se buscaba conectar la región central con el noroeste de Bolivia.

“Los grupos opositores, de indígenas y ambientalistas, se opusieron al proyecto por los daños que ocasionarían al ecosistema y a las poblaciones que ahí radican. Los opositores acusaron al gobierno y a su presidente de atraer proyectos desde una vieja noción de desarrollo, que, aunque no es desde una concepción neoliberal, también era una visión depredadora de territorios y culturas”.

“Los costos políticos fueron grandes, el principal opositor al proyecto fue Alejandro Almaraz, que fue el primer viceministro de Tierras entre 2006 y 2010. En este sentido se desarrollaron otros conflictos con otros sectores populares que hicieron que los mismos retiraran poco a poco apoyo político al gobierno de Evo Morales”, abunda el estudioso del CELA.

La equivocación más grande del gobierno de Evo Morales fue no atender de manera adecuada la inconformidad en distintos sectores populares que fueron fundamentales durante todos los años de apoyo a su presidencia.

“Y lo más contraproducente fue enfrentarlos para deslegitimar a líderes y dirigentes populares para apoyar e imponer en las diversas organizaciones a personajes cercanos al MAS”, especifica Gámez.

Este escenario produjo que varios sectores se convirtieran en opositores internos del proyecto, “lo que fragmentó y minó el apoyo de la alianza popular que lo llevó a su primer mandato”.

“Durante su segundo periodo en el ejecutivo contó menos con el apoyo de estos sectores. Este error abrió la posibilidad del proceso golpista, su inicio se puede ubicar en el no al referéndum sobre la participación como candidato de Morales para un nuevo periodo presidencial”.

Morales también se equivocó al no abrir espacios de negociación con la oposición de izquierda, además de contrariar el referéndum y desestimar la crítica, lo que generó un bloque opositor paralelo a sectores de la derecha, del centro y de la izquierda radical y popular.

“El bloque popular y electoral que llevó a la presidencia a Evo Morales se rompió. De ahí que la Central Obrera Bolivia pidiera la renuncia de Morales con el objetivo de frenar la violencia y el golpe, así como dejar el gobierno nacional en manos de los grupos populares”, pondera el docente.

NUMERALIA

Aciertos de la gestión de Evo Morales:

-Reducción de la deuda pública al 21 por ciento del PIB en 2016. En 1993 era del 70 por ciento.

-Aumento del salario mínimo de 62 a 307 dólares entre 2006 y 2019, según cifras del Banco Central de Bolivia.

-Reducción del analfabetismo al 2.52 por ciento en 2018. En 1992 era del 20, según el Banco Mundial.

-Aumento de la esperanza de vida a 72 años en 2018. En 1995 era de 59 años.

-Reducción del índice de mortalidad infantil de 81.34 a 28.99 niños por cada mil nacidos vivos.

-Nacionalización de 20 empresas en sectores estratégicos de la economía (gas, electricidad, telecomunicaciones, petróleo, industria aeroportuaria y de infraestructura).

-Creación de empresas estatales para fomentar la economía nacional y la inversión privada.

-Fin-

NTX/I/SCH/JGM